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LOS PIOJOS

RECUERDOS DE SAN QUINTIN

El químico industrial, Sr., David Ramírez Velarde, escribió un libro sobre crónica de la nostalgia donde recrea sus recuerdos de la infancia, cuando por principio de los años treinta, su abuelo don Victoriano Ramírez fue a fundar el rancho “Las Escobas” que darían origen al poblado de San Quintín, en el sur de Ensenada, B.C.. Por los años cuarenta fue su primera infancia y recuerda la vida familiar donde, en la cotidianidad, había que padecer también las enfermedades en los tiempos aquellos en que no había médicos a disposición de los pobladores como sí sucede ahora. El libro se llama: “Bajo la sombra del pirul”

Dentro del tema de la medicina tradicional, cuenta don David Ramírez Velarde en su libro de nostalgias, sobre la vida de los pioneros que en los años treinta fueron a poblar el Valle de San Quintín. Nos dice que hace sesenta o setenta años, cuando todo el Valle eran ranchos o nacientes ejidos, los diversos padecimientos había que atenderlos con recetas propias de la tradición familiar y nos relata una bonita anécdota:

“A fines de los años cuarenta nos empiojamos. Y mi abuela Lito, con su eterno cigarro en la boca, ocupaba horas en espulgarnos bajo el sol para extraer y matar uno a uno los cientos de piojos en la cabeza de sus nietos. No logró mucho, porque también muchos eran los piojos; así que seguimos igual durante días, ocupados en un sabroso rascarnos a todas horas.

“Un domingo en la tarde, estábamos de visita en casa de Chale, uno de nuestros mayores. Se dio cuenta que estábamos llenos de piojos y nos dijo que nos iba aplicar una cura con la que nos prometía que quedaríamos otra vez limpios de la cabeza. Nos llevó a un sitio del rancho donde tenía varios barriles con petróleo. Nos dio un trapo a cada uno para taparnos los ojos, y vació abundante petróleo en nuestras cabezas procurando que quedara bien empapada. Y ya bien mojada la cabellera con ese líquido, no hizo que con el trapo nos cubriéramos la cabeza a manera de turbante y nos quedáramos así durante unos quince minutos.

“Pasado ese período de tiempo, nos llevó al chorro de agua de un pozo para que con jabón en polvo nos laváramos bien la cabeza. Tras varias enjabonadas quedamos limpios otra vez, sin el fuerte olor aceitoso, y sin piojos; pues todos los animales y sus liendres murieron con el baño de petróleo.

“Y santo remedio...

“Ya no volvieron los piojos a poblar nuestra cabellera, gracias a las recetas tradicionales con que la familia enfrentaba enfermedades y todo tipo de padecimientos en el tiempo aquél, en que los doctores era raro verlos por el Valle de San Quintín”.

Este fue un ejemplo de los remedios familiares del pasado; y tal vez en nuestro tiempo todavía se aplique por ranchos y comunidades rurales para combatir los piojos que una vez que toman posesión de una cabellera en la familia, poco a poco se van pasando de cabeza en cabeza, hasta ocupar las de toda la familia y hasta de los visitantes.

Y usted... ¿Todavía tiene piojos? De ser así, aquí sólo hacemos una semblanza de usos del pasado pues en este tiempo, siempre le recomendaremos: Mejor... Consulte a su médico...

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