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EL SARAPE

En cuadros antiguos y películas que nos asoman a las costumbres y pintoresquismo del pasado, nos presentan una imagen que se nos hace rara: Un hombre vestido de charro o de chinaco, con una cobija al hombro.

Lo primero que se nos antoja pensar es ¿a quién se le ocurre salir a la calle con un cobertor cargando al hombro? Bueno, es que el hombre es él y su circunstancia; si su circunstancia no es la nuestra, nunca entenderemos sus costumbres.

En las regiones altas del país, el clima es frío. Y cuando alguien salía a la calle por la tarde, calculando que la noche lo iba a sorprender fuera de su casa, se prevenía con una cobija. Que si la cobija tenía un hoyo al centro para meter la cabeza y colgara como abrigo, se le decía gabán. A veces el gabán era una cobija matrimonial –según la estatura del hombre-, otras veces era más angosta que un cobertor individual, por lo que se llamaba jorongo.

Entre gabanes y jorongos, se hizo famoso el sarape de Saltillo, que es una simple manta para cubrir como cobija el cuerpo entero. El sarape era una prenda ricamente adornada con franjas de colores, entre los que destacaban los de la bandera; aunque, claro está, había otros diseños. El jorongo de Oaxaca fue famoso por los diseños con que los artesanos indios y mestizos los adornaron; pero aunque todos eran de lana, en calidad, los de Saltillo siempre fueron reconocidos; además de que es una industria que data desde el Siglo XVII.

En mis viajes por pueblos recónditos observé hombres con su sarape al hombro. Es una tradición todavía viva. En las ferias y fiestas de santos de los pueblos, las familias bajan de las sierras o ranchos lejanos, y al llegar el frío, sólo desplegaban su sarape y les sirve de abrigo. Al llegar la noche, en cualquier rincón de la plaza, se cobijaban con él para dormir calientes como en cama.

El sarape servía para esconder el arma, la botella de tequila o de mezcal, con él protegían del frío a su china, los pastores y arrieros con él cobijaban sus ilusiones y pensamientos en una noche bajo las estrellas. El sarape, el gabán y el jorongo fueron motivo de canciones y poesías.

Nosotros, en estas calientes tierras del norte, no necesitamos del sarape. Si se fabricó en Saltillo es porque en zonas frías como ésa, se necesitó. El hombre de nuestros campos sólo lo necesitó en el crudo invierno que por aquí se padece; pero en ciudades y pueblos medianos, se le vio siempre como una costumbre ajena, incomprensible, sólo propio de películas de charros; pero el sarape, si no para nosotros, sí fue una prenda muy necesaria en la vida diaria de los hombres de zonas frías.

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