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PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO

No cabe duda que la llave que abre todas las puertas, es el dinero. El dinero nos da respetabilidad ante la sociedad y nos hace formar parte de esa selecta masa que llaman “la gente de bien”, “la gente decente…”

En el nombre de la posición social que nos da el dinero, todo se nos perdona. La madre ve con desconfianza la petición para bailar con su hija que propone un “pelado”, un desarrapado; pero si se trata de un hombre con buena posición social, le da la mano, le da a su hija, y esta le da todo lo demás; y hasta puede presumir a sus amigas de los niveles sociales que andan rondando a su hija.

En el nombre del dinero se nos considera la clase social, la elite dorada más considerada de una población. Podemos tomar al volante con una cerveza en la mano y sólo recibiremos una gentil sugerencia de una autoridad; pero su se trata de un pobre, sobre él caerá todo el peso de la ley y quizás hasta el vehículo se le recoja.

En el nombre del dinero la autoridad protege a nuestros hijos. No hace mucho, en la ciudad de México, unos jóvenes fueron sospechosos de poner una bomba molotov cerca de las paredes de un banco y la PGR cayó sobre ellos y acusados de delitos federales como terrorismo, asociación delictuosa y demás, fueron condenados a una larga pena. En cambio, en Monterrey, cinco jóvenes fueron atrapados infraganti poniendo cuatro o cinco bombas en un supermercado, una de las cuales alcanzó a explotar.

Los “chicos” en cuestión fueron detenidos, llevados a un área para “considerados”, se llamó a sus padres, se les regañó, y todo concluyó en que eran “travesuras de muchachos” La diferencia, claro está, era la posición social de unos y de otros. Sobre los pobres, todo el peso de la ley, toda “la fuerza del Estado”; sobre otros: abogados defensores, sicólogos, trabajadores sociales, la comisión de Derechos Humanos y todas las consideraciones del mundo, antes de mandarlos a su casita.

Un joven pobre sale en todos los periódicos. A un rico se le protege de los medios porque es menor de edad y se le puede causar “traumas” así como también lesionar en el “honor” a la familia.

Así, un menor asesina a otro, y a la cárcel, y a los periódicos. Un rico manejando su auto de lujo, impacta a un taxi, mata a tres; y a los dos días, ni siquiera se comenta en la Prensa. Un joven asesina a una niña con saña sicópata y en cinco meses no se le pudo ni retratar porque era menor de edad y los padres no lo permitían. El apellido Castrillón, pesa…

Bien dice el otro dicho popular que “ la cárcel se hizo para los pobres”, que “pobre del pobre que al cielo no va; lo friegan aquí, y lo friegan allá”, que “lo que en el pobre es borrachera, en el rico es alegría”, que “lo que en el pobre es parranda, en el rico son relaciones sociales”, y si de pintar el disparejo trato que se da a ricos y pobres se trata, mejor pare usted de contar porque no acabaríamos.

¡Qué sabios son los refranes con que nuestros abuelos no educaron! No diga usted que es rencor social, no, sólo hay que ver a nuestro rededor para caer en la cuenta que tenían razón:

“Poderoso caballero, es don Dinero”

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