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PONTE TRUCHA…

La trucha fue una cuchillita curva que se usó mucho entre los zapateros para cortar suela. La trucha estaba siempre bien afilada, por eso se usó el decir que para estar siempre listo había que estar siempre bien trucha. “Ponte trucha” “…Me puse trucha, si no, me ganan”. Aquél es “bien trucha”, -eran dichos que significaron ser inteligente, estar siempre en guardia, siempre listo a responder.

La aguja está con su punta aguda y penetrante siempre lista a picar y traspasar cualquier cosa. Es una pequeña herramienta siempre aguzada, siempre puntiaguda. Ponerte “aguzado” era parecido al ponte trucha. El aguzado pasó a pronunciarse “abusado” -que literalmente significaría otra cosa; pero así son los usos en el lenguaje popular-, y de allí nació la expresión “ponte buzo”.

La mujer debía siempre guardar compostura, nunca jugar juegos violentos; ni mucho menos, competir con los hombres. Pero siempre hubo mujercitas que se saltaban las trancas, y se les veía jugar a las canicas, al balero, al yoyo, a los volados, a la rayuela y hasta a los trancazos con los con niños; ¡y vaya que las hay muy bravas…! Pues bien, cuando una mujercita se salía de los juegos de niñas, le llamaban, chirotona, marotona, machetona, chole machetes, y ahombrada.

El hombre debía –debe- ser fiel, no le hace que le dijeran “mandilón” o que “le pega su señora”; pero si andaba de alborotado con otras mujeres, mientras unos lo alababan por “macho”, otros lo criticaban por andar de sandungo, por volado, por güilo, por sarampagüilón, birriondo, rabo verde y pare usted de contar. No sabemos todavía si era por escándalo o por envidia…

Los tiempos pasados fueron de díceres que se fueron con el tiempo; hoy poco se escuchan el “ansina, el kikí, el belduque, guaparra, sobaco, aljibe, chilpayate, tata, nana, machiguas, choclo, alpargata, mondao, marmaja, entelerido, chípil”. Y como la actividad agrícola va en retirada en los pueblos, mañana nadie sabrá que es una gavia, una mona, que es una pepena, y pasarán las palabras al olvido como pasó la escrepa y la rozadera.

Usos y desusos en los dichos del pueblo. Palabras que ya sólo los viejos pronuncian de vez en cuando para no ser escuchados ni mucho menos comprendidos por nadie de las nuevas generaciones.

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