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Bitácoras

EL ALIENTO DEL MUERTO

Era el año de 1977. Trabajaba en el pueblo de Lampazos de Naranjo, Nuevo León. Lejos de mi familia, tenía que buscar asistencia en mis necesidades como techo, alimento y ropa limpia. Tenía una casa en renta y comía lo que podía preparar y una vecina del pueblo lavaba mi ropa. Ella vivía sola en compañía de su pequeña hija y su madre; y una vez, esta última tuvo que salir a Monclova, Coahuila, a visitar con urgencia a otra hija.

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COMO ME LAS PONGAS BRINCO

Un pueblo siempre listo, se compone de personas que se consideran siempre puestas para todo. Un pueblo así, sería un valioso capital al servicio de cualquier causa; por eso a la gente del pueblo le gusta presumir que “las comen ardiendo y las escupen frías...” de que son muy ”sácale punta”, de que son “muy picudos” que “a mí como me las pongan brinco” y “como México, no hay dos...” –bueno, en esto último, todos estamos de acuerdo.

LOS ANIMALES Y LA SUERTE III

Los presagios que llegan con la presencia de algún animal es creencia muy antigua a la que no escapa nuestra región. Todo lo que viene con el coyote, el murciélago, el camaleón, la chuparrosa, las aves negras y otros animales, ha sido tema de mil historias que se escuchan por nuestros pueblos. He aquí un pequeño muestrario de supersticiones que se escuchan por el Norte como herencia de nuestros antepasados.

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AFRODISIACOS

Las posibilidades de ejercer uno de los placeres preferidos tanto del hombre como de la mujer, se va disminuyendo con los años. La principal señal de vejez es la disminución de las funciones sexuales; de pronto, los apetitos van desapareciendo. Para esto, se han buscado fórmulas casi mágicas y desde tiempo inmemorial se han encontrado respuestas a la pregunta de si todo lo que termina ya no tiene remedio.

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LOS PIRATAS

Por siempre han existido los bandidos, delincuentes que en grupo han asolado poblaciones sin que la autoridad pueda hacer algo efectivo contra estos grupos delictivos. Quién no recuerda las gavillas de bandoleros, asaltantes de caminos que acechaban por las veredas viejas del Siglo Diecinueve y principios del Veinte. Algunos eran simples asaltantes, otros se decían guerrilleros cobrando una cuota revolucionaria pero ambos, con causa o sin causa, se dedicaban lo mismo.

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