Hay remedios que lucen extraños a nuestro tiempo como aquél que titulamos: “Curar al tartamudo”. Pues hoy trataremos otro muy usado en otros años; cuando entonces, como ahora, una enfermedad azotaba a los hogares y las madres de familia acudían a las viejas del pueblo que tenían un efectivo tratamiento para...
CURAR LAS ANGINAS
Pues resulta que por aquellos tiempos, cuando de curar anginas se trataba, se asaba una penca de sábila. Ya asada, así caliente, se le quitaba el pellejo y se hacía con la penca un emplasto que se aplicaba a los lados de la papada, sobre las anginas, sostenida con un paliacate (pañuelo) que se ataban por sobre la cabeza. El emplasto de sábila debía aplicarse tan caliente como lo pudiera aguantar el enfermo; y se le dejaba allí todo el día. Al día siguiente, se le aplicaba de nuevo y se insistía en el remedio hasta que desaparecieran las anginas.
Cuando se trataba de reforzar el tratamiento, se le asaban tomates y los debía comer tan calientes como los soportara. El calor de la sábila por fuera; el calor de los tomates por dentro, al pasar por la garganta se combinaban para lograr desinflamar. Ahora que si al tomate asado le agregaban azúcar, el niño enfermo los comía como una golosina.
Como quiera que fuera, se sentía uno ridículo con aquél paliacate rojo amarrado con un nudo sobre la mollera, tapándole los cachetes y calentándole con el verdoso paquete que sostenía a los lados de la garganta; Pero era la medicina tradicional, el remedio casero, y en aquel tiempo no había de otra.
La medicina tradicional no ha muerto; sobrevive en la necesidad de mucha gente que no cuenta con servicios médicos o no tiene dinero para pagar consulta y receta. Pero usted que cuenta con servicios de salud, aquí siempre le recomendaremos, mejor...
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