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EL NIÑO FIDENCIO

José Fidencio de Jesús Constantino Shintora, nació en Valle de las Cuevas, cerca de Yuriría en el Estado de Guanajuato, el año de 1898. Sus padres fueron José Socorro Constantino y María Tránsito Shintora, y fue el hijo número 14 de 25 hermanos.

Una familia tan numerosa, tenía qué ser muy pobre; por lo cual, a Fidencio lo dieron a una señora cuando contaba con 6 años de edad. Aquella mujer tenía un hijo un poco mayor que Fidencio, llamado Enrique López, quien fue su compañero a lo largo de toda la vida.

En la escuela, Fidencio se distinguió por los juegos de adivinación en los que, con los ojos vendados, adivinaba el nombre del niño que estaba frente a él y hasta el gesto que le estaba haciendo. Esta clarividencia lo hizo ganar la envidia y malos tratos de sus compañeros, por lo que dejó la escuela y se dedicó a ayudar en los quehaceres que le ordenaran en el hogar. Aprendería las letras gracias a su hermano Enrique y su madre adoptiva.

Enrique era de carácter fuerte. Terminó la escuela, se enroló en la revolución, ganó algunos grados entre los villistas y al término de la guerra se refugió en una vieja hacienda en el semidesierto de Mina, N.L., propiedad de una alemán llamado Franz Von Bernich. Mandó traer a su hermano Fidencio hasta aquellas soledades y lo empleó como sirviente de mil usos en la hacienda. Lo mismo pastoreaba cabras, que ordeñaba, que aseaba la casa o cocinaba y lavaba la ropa, demostrando gran mansedumbre y resignación ante la vida que hasta ahí le había tocado.

El alemán era espírita y notó las raras facultades de Fidencio y lo inició en el espiritismo, le sacó sus facultades de médium, le enseñó secretos curativos naturistas y lo rodeó de libros de medicina. Cerca de la hacienda hay un ojo de agua donde Fidencio empezó a curar con técnicas espíritas - mediumínicas y, más tarde, se trasladó a la estación de Espinazo, poblado de una docena de viviendas; pero al empezar a ser famoso el lugar porque ahí estaba un curandero milagroso, alrededor de él llegó a haber hasta cincuenta mil pobladores que llegaban por tren de todas partes del país y de Estados Unidos.

Tenía una colonia de enfermos mentales, una de leprosos, otra sección de maternidad y un campamento de enfermos en general, asentado en tiendas de campaña por los montes, que llamó: “Los campos del dolor.”

La fama del Niño Fidencio se fue hasta las nubes cuando el más temido presidente que haya tenido México, Plutarco Elías Calles, fue a visitarlo personalmente para que lo curara a él y a su hija. Plutarco padecía una infección en la nuca que le estaba carcomiendo cuello, orejas y espalda; la niña padecía una especie de retraso mental. Ambos fueron atendidos; solo el Presidente fue sanado. El pago que el Niño aceptó, fueron unas canastas de frutas que repartió entre los enfermos. La fama de Fidencio Constantino había llegado a lo más alto en la historia de la curandería.

¿Cómo curaba...? Por medio de oraciones; pero empleaba algunas técnicas como el dar al enfermo tres naranjazos, o limonazos, peronazos, ardillazos; o bien, lo mecía en un columpio; o le aplicaba tratamientos de choque como soltar frente al paralítico un novillo bravo o encerrarlo en una jaula con una leona de montaña llamada “Concha”, pacífico animal sin colmillos ni garras.

José Fidencio de Jesús Constantino Shintora, no descansaba ejerciendo su misión casi 24 horas al día. Poco a poco se fue debilitando y los últimos cuatro años los pasó flaco y muy enfermo.

Una tarde, personalmente colocó moños negros sobre las puertas de las casas de Espinazo, y se despidió de la gente. Al otro día, el 19 de octubre de 1938, dos días después de cumplir 40 años, el Niño Fidencio murió. Su cuerpo fue enterrado en lo que fue su casa, hoy templo del Fidencismo; y tras su muerte, su espíritu ha sido usado por docenas de médiums o cajitas para hacer curaciones en su nombre.

El espíritu de Fidencio vive, y a su alrededor se ha creado toda una religión que se cuenta por millones de creyentes. El pueblo lo ha considerado un santo; la Iglesia, no...

Pero, creencias aparte.... Usted, ¿ya conoce Espinazo?

Si hay peticiones de nuestros lectores, ampliaremos información sobre vida y obra de Fidencio Constantino Shintora, El Niño Fidencio.

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