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AFRODISIACOS

Las posibilidades de ejercer uno de los placeres preferidos tanto del hombre como de la mujer, se va disminuyendo con los años. La principal señal de vejez es la disminución de las funciones sexuales; de pronto, los apetitos van desapareciendo. Para esto, se han buscado fórmulas casi mágicas y desde tiempo inmemorial se han encontrado respuestas a la pregunta de si todo lo que termina ya no tiene remedio.

Los indios del norte de México nos dejaron algunas hierbas afrodisíacas como la hierba de San Nicolás, conocida por nuestra tierra como la garañona, que es cándidamente recomendada por nuestros yerberos como la hierba para tener familia. La hierba de San Nicolás no tiene una gran tradición en la medicina popular pero fue muy usada por los indios del Norte como reconstituyente y para ayudar a las mujeres recién paridas a que expulsaran la placenta. Pero un aspecto que la ha hecho popular es su virtud afrodisíaca; mas... cuidado: se le considera altamente tóxica y no se debe abusar de ella.

Pero hay otra de uso mucho más antiguo, esa es la hierba damiana; como su presencia estuvo muy generosa en el noroeste del país se le conoce como la damiana de California y fue usada por los indios desde hace miles de años.

De la damiana de California se recomienda tomar una cucharada de hojas por cada taza. Se hierve junto con las hojas, y tomada dos veces al día, dará los resultados esperados. No se espere ver inmediatamente la recuperación de facultades; no, hay que esperar varios días, hasta que el cuerpo esté inundado de su sabia.

Pero la damiana no sirve sólo como reconstituyente, pues tiene también propiedades curativas en la debilidad muscular y nerviosa. Es así mismo, diurética y desinflamante de la vejiga. La damiana es hoy una de las recetas más exportadas a Estados Unidos y el mundo entero; por algo ha de ser...

Cuentan los viejos de pueblo que no hay mejor reconstituyente de las facultades sexuales que un vaso de mezcal o de sotol curado con abundante guayaba. La verdad es que se está luchando siempre contra lo irremediable; y así como la mujer se horroriza ante las canas y las arrugas, el hombre se preocupa mucho ante la pérdida de sus posibilidades amatorias. Ni modo: todo por servir se acaba, y acaba por no servir; todo por servir se abolla y la que era Clarabella se convierte en claraboya.

Total, que quien no se resigne a envejecer con dignidad, siempre tendrá una esperanza en la hierba de San Nicolás o en la damiana de California o en el vaso de mezcal curado de guayaba; si no, no corra riesgos y mejor: consulte a su médico, que la medicina moderna está ya en la lucha por la fabricación de los buscados afrodisíacos y aseguran haber encontrado ya la fuente de la eterna juventud en unas pastillitas azules.

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