“Cuando no llueve, nos llovizna...” Pocas veces nos acordamos tanto de este dicho como en estos días, en que los calores se fueron para dar paso a tantos días de nubes y lluvias que han llenado casi todas las presas del país y nos mantiene todos los días en humedad constante ante la protesta de las madres, que no pueden lavar ropa; y los escolares, que llegan todos los días con los zapatos enlodados.
De Colombia a Mier y Noriega, el paisaje de Nuevo León se ha pintado de verde y esperanza de mejores tiempos para el campo; y la presa Don Martín, que entre tanta lluvia, es la única que no recibe escurrimientos dignos de tomarse en cuenta, de pronto, se convierte en una amenaza para la vida de todo el Sistema de Riego 04 porque aquí también, “Cuando no llueve, nos llovizna...” Y “cuando Dios nos da, nos da a manos llenas”.
Nos quejábamos de la presa semivacía que amenazaba con suspender los riegos; ahora nos asustamos de la presa que esta al 15% sobre su capacidad que amenaza con reventar y dejar atrás en la historia todas las poblaciones de Anáhuac. La creciente derrumbó muchas casas de Estación Rodríguez, las calles bajas de Cd. Anáhuac, y también las esperanzas de muchos agricultores que estaban a punto de levantar la cosecha de maíz. ¡Y ni quejarse! Con la Naturaleza no se puede.
Pero, “ya cuando empieza a llover, no hay más que abrir el paraguas...” Si te llueve, no te quejes, sálele al trabajo, a la labor cotidiana, a la lucha diaria por el pan nuestro de cada día. No protestes, ya quisiéramos más seguido estos temporales que llevan la vida a toda la nación; aunque con sus muertos, con sus derrumbes, con sus pérdidas por las inundaciones. No te escondas, no le saques, que... “Ya cuando empieza a llover, no hay mas que abrir el paraguas...” Y aunque “llueva sobre mojado”, debemos entender que son cosas de la Naturaleza y es inútil andarse quejando.
Y por último, otra vez: no te quejes... La lluvia trae con ella mil molestias; pero también mil bendiciones. En pueblos y ciudades la gente refunfuña porque ni Dios nos puede dar gusto. Mientras unos la imploran, otros la rechazan; mientras a unos perjudica, a otros beneficia. Pero por sobre el mal tiempo de aguas y más aguas, hay que aceptar también lo bueno que todo esto trae; así que recuerda siempre y en todas las situaciones de la vida: “A mal tiempo, buena cara...”
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