“Tres veces ha maullado el gato...
Tres veces se ha lamentado el erizo...
La arpía ha dado la señal de comenzar el hechizo...
Demos vueltas alrededor de la caldera. Echemos en ella las hediondas entrañas de un sapo.
Lancemos en ella la piel de una víbora, la lana del murciélago amigo de las tinieblas, la lengua del perro, el dardo del escorpión, ojos del lagarto, músculos de rana.
Aumente el trabajo, crezca la labor, hierva la caldera...
Colmillos de lobo, escamas de serpiente, la abrasada garganta del tiburón, el brazo de un sacrílego, la nariz de un turco, los labios de un tártaro, el hígado de un macho cabrío, la raíz de la cicuta, hojas de abeto iluminadas por la luna, el dedo de un niño arrojado por su infanticida madre a un pozo, entrañas de un tigre salvaje.
Aumente el trabajo, crezca la labor, hierva la caldera...”
No, amigos, no estamos enseñando un hechizo; es sólo un fragmento de la novela: “Macbeth”, del escritor inglés William Shakespeare.
Pero la superstición, es una tradición que hace a los pueblos creer, entre otras cosas, en la brujería. Las brujas a la europea vuelan por el cielo de la noche montadas en escobas; las brujas según la tradición indígena, vuelan convertidas en bolas de fuego, en cuervos, lechuzas, tecolotes o vagan por los montes convertidas en gatos, perros, coyotes, jaguares u otros animales. La bruja se dedica a cambiar los destinos "poniendo" enfermedades y otros males a cambio de dinero.
Pero, ¿de dónde obtiene la bruja su poder? Según la tradición europea, de tener como aliado a un demonio. Dicho demonio es convocado desde un círculo mágico con una estrella de cinco puntas al centro. Desde ahí, la bruja llama al demonio aliado y le ordena hacer los trabajos que el encargan. Pero si alguna vez el demonio atrapa a la hechicera fuera del círculo, la hará pedazos.
Las brujas, dice la tradición, hacen sus fiestas, llamadas “aquelarres”, los días primero de mayo. En una ceremonia o misa negra donde se sacrifica un ser humano, llaman al demonio mayor y terminan su fiesta con danzas, bebidas y todo tipo de excesos de pecado.
Los brujos a veces son confundidos con simples curanderos que, conociendo las propiedades de las plantas, de esa sencilla forma se ganan la vida.
Los brujos son confundidos a veces con los espiritistas, que convocando a los muertos, buscan la adivinación o una cura.
Pero, los brujos verdaderos, los hombres de poder, son un misterio... objeto de tradiciones, de leyendas obscuras.
Los pueblos norteños igual que el resto de México, son fieles creyentes de la existencia de uno de los personajes más folklóricos en la historia: la Bruja.
¿Cómo se hace una bruja? Algunos creen que por prácticas herencia de familia; otros, que se hacen leyendo y poniendo en práctica compendios de magia como El Libro de San Cipriano, obra a la que más recurre el curioso y el debutante. De ahí se deciden los caminos:
1.- Según la tradición de los pueblos, la magia negra da gran poder, pero tiene entre otros riesgos como el ya mencionado de nunca dejar el círculo mágico, o los frecuentes enfrentamientos contra otros brujos por el maleficio y defensa de alguna víctima. Son comunes las historias de brujas que de pronto amanecen llenas de arañazos y moretones; señal de que la noche anterior tuvo una desagradable visita. El rival llegó convertido en algún animal y se dio una pelea que sólo ellos pueden describir.
2.- Otro camino es el de la magia blanca, donde los brujos sólo se dedican a curar los males de los magos negros y deben cumplir fielmente su misión jamás haciendo trabajos propios del mal aunque tengan esa capacidad. No tienen aliados demoníacos, pero sí los enfrentamientos con otros hechiceros.
3.- La magia roja, la magia del amor, es el tercer camino. Este se puede combinar con la magia negra para provocar enamoramientos no deseados que significa interferir en los sentimientos y destino de las personas; o se puede combinar con la magia blanca para curar al paciente de obsesiones y enamoramientos que le fueron puestos.
BRUJA EN EL CIELO
Repitiendo: Los hechiceros vuelan, es creencia generalizada. Según la tradición europea, vuelan en escobas; según la tradición que data desde el México Prehispánico, vuela de dos maneras: una, usando el cuerpo de un ave nocturna como el tecolote o la lechuza; o dos, convertido en una bola de fuego.
Por los cielos norteños son incontables las historias de bolas de fuego que vuelan solitarias o en grupo con movimientos no propios de máquinas: que juegan, que entrechocan, que hacen espirales, que rebotan; movimientos que nos hacen pensar que son entidades inteligentes volando en alguna misión. Si es una, su misión es una visita; si son varias, su misión es llegar a algún paraje donde hacen sus reuniones.
SE LO CHUPÓ LA BRUJA
Según la tradición popular, las brujas chupan la sangre de adultos y niños mientras duermen; pero sin abrir heridas y sólo dejando la piel cubierta de misteriosos moretones que se descubren a la mañana siguiente. Algunos aseguran que se roban a los niños lactantes para vaciarles toda la sangre o hasta devorarlos, y es por esto que la bruja, de folklórica, pasa a ser figura de espanto verdadero.
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