Uno de los problemas antiguos en nuestro México, fue la falta de médicos veterinarios en suficiente número como para dar atención a todo el campo en aquellos tiempos en que nuestro país era más agropecuario que industrial. Bueno, si no había suficientes médicos ni para atender a la población, menos médicos veterinarios para las distintas clases de ganado.
Una vez explicadas las cosas, ya es posible entender que la población rural tenía que enfrentar con sus métodos tradicionales las distintas enfermedades del ganado.
Cualquiera que ha trabajado en el campo o en carnicerías, ha de saber que algunos animales machos como el chivo y el cerdo hay qué cortarles los testículos pues de lo contrario, su carne tendrá un desagradable olor a orina.
Cortar los testículos operación conocida también como castrar o capar al animal, es una práctica ancestral muy delicada como delicada es la parte que se va a eliminar. Operación dolorosa y más porque para los animales no hay anestesia ninguna. Se hace en carne viva y para asomar a esta práctica, leamos el libro de “Bajo la sombra del pirul” crónica de la nostalgia escrita por David Ramírez Velarde, obra llena de remembranzas de su infancia campesina en el Valle de San Quintín de Ensenada, B.C.
Nos cuenta don David que cuando se cortaban los testículos al puerco, obligaban al animal a pararse y quedaba este con el cuerpo encorvado. Luego lo tomaba por el rabo y lo levantaba tres veces para que se acomodaran las partes internas que habían conectado con los testículos.
Si la terrible herida se infectaba, la limpiaban con agua tibia y jabón amarillo para luego untarle creolina por toda el área de la operación. Esa cura había que hacerla todos los días hasta que ya no hubiera evidencia de infección.
Para lavar las heridas en los animales, generalmente se usaba el lavar con agua tibia o caliente, aplicar el jabón amarillo, y aplicar emplastos de hierba de la golondrina y lo más salvaje por doloroso, aplicarle sal en grano.
Para curar heridas y mezquinos en los animales, también se usó aplicar un emplasto de penca de maguey bien machacada. Esta operación se hacía por lo general unas tres veces y la infección o el mezquino desaparecía.
Otro problema de salud era el eliminar las garrapatas de la piel de los animales. Generalmente, se hacía la limpia a mano; y cuando no había tiempo para limpiar a todo el ganado, se le aplicaba un unto a base de manteca de puerco mezclada con brea, sal, o petróleo; o las tres cosas de una vez.
Con este remedio, en unos días, las garrapatas habían desaparecido del cuerpo de los animales.
Usos y costumbres que en el tiempo vinieron y con el tiempo se fueron. Hoy que los servicios médicos y veterinarios están más al alcance de la población, desde aquí le aconsejamos; en caso de enfermedad en sus animales, mejor...
Consulte a su veterinario.
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