Voy a cumplir 14 años viviendo en Anahuac, compartiendo las penalidades que a lo largo de todo este tiempo el pueblo ha padecido, como son la gran granizada, la sequía, la suspensión de riegos, el despoblamiento de los ejidos; mas también debo reconocer que no he padecido al igual que los que están dedicados a la tierra. Pero con todo este tiempo, no ha faltado quienes me hayan preguntado:
_Oiga, profe, ¿Porqué en todo este tiempo no se ha comprado un rancho? –yo les digo que Zapatero a tus zapatos..., que ni mi abuelo fue agricultor, y eso que nació en el Siglo XIX.
A veces he soñado con tener una o dos hectáreas para levantar una casa, una huerta, un lugar donde envejecer - mi hija Anita, que es medio música, se apresuraría a recordarme: ya no falta mucho, ya no falta mucho... Pero la cordura se impone y me repito: Ni mi abuelo fue agricultor...
Sin embargo, mis amigos anahuaquenses me han repetido mucho este dicho: pero si con buena tierra, agua y tractor, cualquier sonso es agricultor... Les confieso que no se si agradecer el consejo, o enojarme por la intención escondida, pero cuando ya conocemos el corazón de quien nos habla, ya no puede hacernos daño nada de lo que diga. En Anahuac: ¡Pura gente buena!
En alguna cantina del pueblo, frente a la barra, está también este dicho popular escrito en un azulejo para recordarme, animarme y echarme porras. Y sigo soñando con unas dos hectáreas para mi último refugio, pero al fin hombre de ciudad, debo poner los pies en el suelo y mejor no hacer caso de este dicho doblemente intencionado; pero chispeante e ingenioso:
“Con buena tierra, agua y tractor, cualquier sonso es agricultor...”
Va un saludo para los fundadores de Anahuac; verdaderos hombres de esta tierra que conociendo el antiguo oficio, hicieron de este suelo un auténtico emporio en el pasado.
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