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CREENCIAS ACERCA DE LAS CASAS

Antes de construir una casa, se acostumbraba que un vidente o zahorí – en nuestra tierra llamados saurines- dijera si no estaba sobre dos corrientes cruzadas o sobre huesos humanos; pues esto traería intranquilidad y problemas económicos y morales a la familia.

No se debía construir sobre un antiguo cementerio o cerca de él; pues los fuegos fatuos que despiden traen malos agüeros a la familia y las almas de los muertos que no han alcanzado el Cielo, llegarán a las casas cercanas porque añoran la vida familiar.

Era mala suerte construir en esquina; pues así serían alcanzados fácilmente por hechizos y había un dicho que rezaba: “casa en esquina, segura ruina...”

La mudanza no debía hacerse ni en martes ni en viernes, y si se compraba una casa, primero debía preguntarse si no había muerto alguien allí de manera violenta pues en esas casas, las almas atormentadas por muertes repentinas, se quedan confundidas y perdidas en el tiempo.

Muchas precauciones debían tomarse como el bendecir la casa; por zaguanes y cocinas colgar racimos de ajos, colgar los arreglos de palma que nos dan el Domingo de Ramos, colgar herraduras, derramar leche o azúcar en la puerta de entrada para que la fortuna entre todos los días, derramar sal en los rincones de las habitaciones del segundo piso, meter primero un gato para que en él recaiga cualquier desgracia que espere, quemar tres cabellos para que todo salga bien, se queman alubias en un sartén y se pasea el humo por todas las habitaciones a manera de incienso, se barre con escoba nueva pues la vieja escoba debe dejarse en la casa anterior, y por último: untar de manteca las plantas de los pies de las mascotas para que se olviden pronto de la antigua casa y se encariñen con su nueva vivienda.

Por último, en ningún hogar debía faltar el crucifijo por cada recámara o sala para con Él, espantar toda presencia maligna.

Creencias, supersticiones que de una manera u otra han prevalecido en el tiempo; y las vemos manifestarse por todos los hogares y negocios como un diario encuentro con las tradiciones vivas.

EL HUESO EN LA CASA

Cuando se pone un hueso humano en los cimientos de una casa, así sea accidentalmente, los moradores de dicha construcción jamás podrán ser felices. Las peleas serán el pan de cada día, la improsperidad se impondrá a pesar de todos los esfuerzos y hasta la infidelidad y las enfermedades azotarán a la familia que viva en aquella casa que quedó maldita. Si aquel hueso fue acompañado con un poco de tierra del panteón, será peor el sufrimiento. No quedaría más remedio que dejar la casa para rescatar sus vidas.

MUERTO EN LA CASA

Cuando la propiedad tiene en el subsuelo un cuerpo que fue enterrado clandestinamente, o en el pasado histórico fue el entierro de un indio o un paria, los moradores de aquella propiedad serán molestados por ruidos, apariciones y mala suerte por estar asentados sobre huesos humanos. La única manera de acabar con el maleficio es interpretar las señales para localizar el cuerpo y sacarlo para darle cristiana sepultura. De ahí en adelante y nunca más se padecerá en aquella casa.

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