El cruce de caminos tuvo desde la antigüedad fama de lugar temible. Los griegos creían que Hécate, la Reina de las almas de los muertos, solía aparecerse acompañada de su jauría de perros. Para prevenir estos encuentros, en los cruces se construyeron altares para dejar ofrendas y atraerse la protección y la gracia divina. Tal vez de allí, más tarde el mundo cristiano adoptó el hábito de instalar cruces, capillas o ermitas.
En Roma, la creencia griega se sustituyó por una fiesta a finales de diciembre. En los altares de los cruceros, los jefes de familia ponían pelotas de lana y muñecos de trapo según el número de esclavos y hombres libres que había en la familia; así la muerte, la diosa Manía, se entretendría con los regalos y no se llevaría a los hombres de su hacienda.
En la Edad media se creía que los cruces de caminos era el punto de reunión de brujas, magos y almas condenadas que esperaban al Diablo para celebrar tratos y acordar dones maléficos. Allí se enterraban a los suicidas y a los criminales ajusticiados. Allí acudían las brujas para cortarles las uñas y arrancar los dientes a los cadáveres para hacer sus pócimas.
Así, llegamos hasta nuestro tiempo cuando los curanderos ven en el cruce de caminos el punto ideal para sacrificar gallinas negras y realizar trabajos de curación o enfermedad. Según el Libro de San Cipriano, es un cruce de caminos el punto en que se ha de convocar al diablo para entrar en tratos a cambio de las almas.
La más socorrida de las costumbres de nuestro tiempo, es que cuando se hace un atadijo de hierbas para hacer limpias como ruda y albahaca; o puede ser también la famosa piedra alumbre o huevos, una vez que se ha realizado la curación, no debe tirarse a la basura el manojo de hierbas, restos de alumbre o huevos, sino que se debe buscar un cruce de caminos solitarios, quizás un monte cercano donde nadie nos vea, y allí, de pasada y sin voltear a ver, se debe lanzar el manojo o los huevos. Algunos dicen que si volteamos a ver lo que lanzamos, el hechizo perderá efecto; otros dicen que podemos llegar a ver seres sobrenaturales saliendo entre las hojas o los papeles.
Lo que más atestiguamos por nuestros pueblos, es cómo la gente al pasar por un cruce de caminos rurales, se persigna musitando en silencio una breve oración. Tal vez usted no crea en estas consejas antiguas; pero recuerde que la mayor parte de leyendas de aparecidos se ha dado…
En un cruce de caminos…
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