Usted está aquí

COAGULAR LA SANGRE

Nuestros ancestros siempre enfrentaron a como Dios les diera a entender sus problemas. Un ejemplo: si necesitaban un mueble, pues compraban madera y lo hacían en casa. Si se necesitaban cobijas, las mujeres sabían escardar la lana, elaborar con ella los hilos para hacer un buen cobertor casero, o la escardaban y la extendían formando un cuadro para con tela de algodón o de manta ir confeccionando una buena “colchoneta”. En aquellos tiempos, el hombre era un artesano y la mujer sabía confeccionar toda la ropa que la familia necesitara.

Pero un problema mayor era el auxilio médico porque no había, o no tenían dinero. Así fue como cada madre o abuela era preparada a enfrentar todo tipo de enfermedades a base de infusiones, emplastos y concentrados. Claro está, el mayor reto era enfrentar las heridas por accidentes caseros; por ejemplo, las dolorosas quemaduras. Ahí entraba la clara de huevo para evitar que se levantaran ampollas y se perdieran grandes trozos de piel; otro triunfo de la medicina nativa fue el Tepezcohuite que se aplica en polvo para restaurar la piel perdida que es la causa de dolorosas infecciones.

Otra tragedia que había que enfrentar eran las heridas a filo de cuchillos caseros o de trabajo. Allí entraban en acción los cocimientos para lavar las heridas como la borraja que evitaba la inflamación o también el lavado con simple agua hervida. Pero había y hay un problema; la pérdida de sangre. Si no se detenía el flujo sanguíneo, la herida no se podría lavar o no cerraría.

Allí es donde entraron los coagulantes. Algunos decían que para lavar la herida allá donde no había vasijas para hervir árnica, borraja, o agua simple, bastaba con lavarla con orines a chorro directo. ¿Por qué? Porque aunque se le tenga asco, la orina es un líquido aséptico, limpio, sin agentes infecciosos (según dictados médicos); pero para detener la pérdida de sangre había y hay dos remedios: tapar la cortada con telaraña, o con el pellejo fino de cebollas frescas. Ambos remedios tienen los agentes medicinales que se necesitan para coagular la sangre y evitar su pérdida abundante que pone en riesgo la vida.

¿A usted le han aplicado alguna vez remedios como la orina, la telaraña o el pellejo de cebolla? Yo creo que si porque la medicina nativa está en todos los hogares, y el suyo y el mío no son la excepción.

Como quiera, la medicina tradicional ha sido el remedio propio de lugares y tiempos donde no había atención apropiada. Por eso desde esta sección de recuerdos de la medicina tradicional, siempre le recomendamos, que si le es posible: Mejor, consulte a un médico.

Categoría: 

Norestense fue desarrollado en Drupal

Funciona con Drupal