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LOS DICHOS DE TEMPORADA

Por los días de vientos helados, una ominosa sombra recorre todos los hogares como una amenaza que debemos tener muy presente; es un dicho que, como una sentencia, cuelga que sobre nuestras cabezas. Son estos días de frío cuando los más débiles están amenazados por la enfermedad. Los males respiratorios atacan a los niños más pequeños y sobre todo, a los más viejos, por eso, es muy popular por este tiempo el refrán aquél que amenaza así:

ENERO, EL DESVIEJADERO…

Por eso, recomendamos a todos nuestros viejos, que se abriguen bien; y a su familia, le suplicamos que los cuiden como el tesoro más preciado del clan familiar pues son ellos la raíz de una generación que amenaza acabarse si no cuidan al viejo patriarca, a la vieja matriarca, esos ancianos que a tantos hijos y nietos dieron amor y protección.

El invierno es motivo de muchos dichos. Esta temporada del año tiene sus características muy propias. Así, en febrero llegan los vientos fríos del norte que a veces se alargan hasta el mes de marzo, y a causa de las tradicionales cabañuelas, vivimos días de frío, días de calor, y días de ventarrones que hacen volar nuestros papalotes y también nuestros techos de lámina. Son tantos los cambios climáticos, y los árboles y techos que vemos caer por esos días, que se le ha dedicado un dicho muy singular:

FEBRERO LOCO, Y MARZO, OTRO POCO…

Entre tanto dicho, recuerdo con mucha simpatía cuando de niños jugábamos con las palabras y nos decíamos unos a otros: “¡Feliz Año Nuevo, chorizo con huevo…!” –¿lo recuerda…?

El mejor dicho, el que debemos tomar en cuenta junto a nuestros deseos de Año Nuevo, es aquél que reza: “año nuevo, vida nueva…” Pero óiganlo bien, porque el mexicano, siempre propenso a la picardía, lo cambia, lo parodia, y lo recompone diciendo: “año nuevo, “vieja” nueva…” Creo que no nos gustaría escuchar a nuestras parejas adoptar este dicho como un propósito firme y oírlas decir: “año nuevo, viejo nuevo…” -¿Ah, verdad…?

Desde esta sección de dichos del pueblo, deseamos fervientemente que todos sus buenos deseos se concedan, y que sea el 2010, un año de luz, de amor, de triunfos, de prosperidad. Que nunca falte la salud y el pan en su hogar; y que el próximo último de diciembre estemos haciendo un recuento feliz de todo lo deseado y logrado en el 2009 año que ha terminado.

Y si no es así, hay que guardar la fe en Dios, que gracias a Él…

“La esperanza, muere al ùltimo…”

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