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EL REBOZO

Rebozo, rebozo de Santa María. Mestizas que bailan llenas de alborozo... -Esta es una canción que nos pinta un cuadro ya desaparecido; aquellos tiempos cuando para el hombre era indispensable el sombrero, y para la mujer una prenda que le cubriera la cabeza y los hombros. El hombre sin sombrero no era hombre; y si lo usaba, sería un insulto mortal pedirle que lo prestara. La mujer sin rebozo o chal luciría como una mujer de mala vida.

La mujer, con el rebozo cubría sus hombros por la calle, y su cabeza en una iglesia. En público, se lo podía quitar sólo para bailar en pareja, como hoy sería mal visto que bailaran con su bolso, estola, o abrigo de piel. Si la mujer era humilde, el rebozo sería una prenda de origen cualquiera; pero para las de cierto nivel económico, eran deseados los famosos rebozos de Santa María, San Luís Potosí, como lo eran también los sarapes de Saltillo. Prendas caras, que para darnos una idea, en la actualidad, un rebozo de Santa María, puede llegar a costar diez mil pesos. Pero la mayoría de las damas de sociedad rechazaban el rebozo, y buscaban la chalina abundante en encajes; si era un elegante mantón de Manila, mejor...

¿Recuerda usted cuando mujeres ancianas, jóvenes y niñas acudían a misa con su chal, chalina o rebozo sobre los hombros y al entrar al templo respetuosamente cubrían su cabeza? ¿En qué momento se terminó esta ahora curiosa costumbre?

En los años sesenta el Papa Angelo Giuseppe Roncalli, Juan 23, convocó a un Concilio donde se dictaron nuevas disposiciones para la Iglesia entre las que destacaron las siguientes: La misa ya no sería en latín, sino en las lenguas de cada país. Los cantos litúrgicos se ejecutarían con los instrumentos y estilos del folclor de cada nación y ahora la mujer, podía acercarse al altar, y ya no estaba obligada a cubrirse la cabeza. Así nació la Misa Criolla y por primera vez vimos al mariachi tocar en un templo. Señales de tiempos nuevos, de cambios que se llevaron como el viento muchas costumbres; y entre ellas, el uso del rebozo y el chal.

Hoy, el rebozo casi ha desaparecido en nuestros medios norteños y sólo es una prenda para muestras folclóricas en bailables y desfiles escolares. Pero en una buena parte del país aún se ve por las calles, por las plazas, por los templos, por las ferias, por las verbenas y kermeses. Hay, incluso, damas de los medios políticos que en actos públicos lo usan como una señal de identidad con el pueblo; esposas de gobernadores e incluso la Primera Dama de la nación. Sinceridad o pose, a mí no me toca juzgar; pero el rebozo no ha muerto y tal vez sobreviva al paso de los siglos, como una de las más auténticas tradiciones de la mujer mexicana.

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