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EL FANTASMA DE LA ABUELA CUCA

Este fin de semana fui a casa de mis abuelitos y les mencioné que el profesor Rafael, quien imparte la materia de Español, me encargó de tarea que preguntáramos a alguien sobre una leyenda; de preferencia a nuestros abuelos, ya que ellos tienen mucha experiencia con respecto a esas historias.

Mi abuelita Mague -como le decimos de cariño-, me dijo que iba a contarme una historia que ocurrió precisamente en su familia; para ser más exacta, a ella. Una historia que llamaremos:

EL FANTASMA DE LA ABUELA CUCA

Doña Cuca y su esposo, o sea, mis tatarabuelos, eran unas personas que vivían bien, ya que tenían dinero y varios terrenos por el rancho donde vivían, un lugar situado lejos del pueblo, y tenían por hijos dos hombres y una sola mujer, la cual se llamaba María.

María creció y tenía un novio de origen guatemalteco llamado Abel, y como éste no tenía nada que ofrecerle por ser un pobre campesino, doña Cuca y su esposo le prohibieron que anduviera con él o que llegaran al matrimonio; pero como ella lo amaba mucho, no le importó lo que sus padres opinaran y se fue de la casa con el propósito de unir su vida con él. Cuando doña Cuca supo lo que María acababa de hacer, los buscó y le advirtió a su hija que si se casaba, se iba arrepentir ya que ella le quitaría una por una todas las hijas que tuviera.

Al poco tiempo, doña Cuca murió. Todos pensaban que lo que había dicho eran sólo palabras de coraje; pero, con el tiempo, se dieron cuenta de que era una maldición que iba fatalmente a cumplirse.

María formó un hogar con Abel y tuvo dos hijas que fueron llamadas Amparo y Margarita. La mayor, Amparo, comenzó a enfermar. No se sabía cual era la causa de sus males y fue empeorando hasta morir. En ese momento, María recordó las palabras de su madre, pero creyó que sólo era coincidencia.

Después de un tiempo, su otra hija, Margarita, también comenzó a enfermar. Sin causa aparente se empezó a poner más y más grave, sin que la ciencia médica pudiera hacer nada por ella, hasta que finalmente también murió. María recordó nuevamente las palabras que dijo su madre antes de morir; y en ese momento, tanto ella como su esposo empezaron a saber que quien se estaba llevando a sus hijas, era la abuela Cuca. Al sentir sus vidas acechadas desde la oscuridad, se llenaron de miedo.

Con el tiempo, tuvieron otra hija a la cual, en recuerdo de su última hija muerta, le pusieron también el nombre de Margarita, -quien esto relata-. A esta tercera niña la cuidaban mucho, ya que estaban sumamente preocupados y nerviosos por lo que le pudiera hacer su abuela desde el Más Allá. Les parecía imposible que alguien que debiera ser un ser querido, un bello recuerdo, se hubiera convertido en una macabra amenaza flotando sobre sus vidas. Si se descuidaban, en cualquier momento doña Cuca se la podía llevar a tomar el sueño eterno de la muerte. Mas no importó los muchos cuidados y precauciones que tomaran, doña Cuca se le apareció frecuentemente a mi abuelita Mague, pero sin hacerle por lo pronto ningún daño.

En una ocasión que se le presentó, la llamó por su nombre para ordenarle que se acercara a ella; cuenta mi abuelita que quedó paralizada y muda por el miedo que la embargaba, y con sobrada razón. Imagínense la escena: aquella mujer de Ultratumba, flotando, rodeada de una luz que parecía irradiar de su mismo cuerpo y luciendo puesta la ropa con la que fue velada; y peor aún, teniendo a sus otras dos pequeñas nietas a los lados, tomadas de la mano.

En ese preciso momento salieron María y Abel al patio. Mis bisabuelos quedaron paralizados de espanto ante tan terrible revelación. Toda la verdad de sus desgracias se había materializado ante ellos. Mi bisabuelo Abel, aunque aterrorizado, comenzó a gritar entre maldiciones a su suegra que se fuera, que por amor de Dios, los dejara vivir en paz. Como obedeciendo a un conjuro, la macabra aparición se fue desvaneciendo en el aire sin quitar la mirada sobre la temblorosa niña que se convertiría en mi querida abuela. Desde aquel incidente, doña Cuca ya no volvió aparecerse; sin embargo, a mi abuelita Mague le causó tan gran impacto aquel suceso, que duró tiempo sin poder hablar.

María y Abel tuvieron que dejar el rancho e irse a vivir al pueblo por temor de que se volviera a presentar aquella amenaza sobre su familia, ya que tuvieron más hijos e hijas; a los cuales conozco, los quiero y aprecio mucho como mis tíos abuelos que son.

Hoy sabemos que estos relatos tienen origen en hechos insólitos pero verdaderos, que existen seres que, de pronto, asoman a nuestro mundo cotidiano y estos hechos se convierten en narraciones que al paso del tiempo serán las leyendas que nos entretienen a los que buscamos lecturas de suspenso y terror; historias sobrenaturales, tramas macabras que en la realidad, jamás querríamos vivir.

Y no cabe duda que, debido a su experiencia, a lo mucho que han vivido y andado, los que tienen las mejores historias que mañana serán leyendas, son nuestros abuelos. Quien no platique con ellos...

No sabe de lo que se está perdiendo...

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