El frijol nuevo es un apetitoso platillo de temporada que, a veces, se compra caro. Pero ese frijol, se guarda y a los cuantos días ya está picado y los huecos ocupados por un simpático animalito, un insecto llamado gorgojo.
Por eso, el frijol se fumiga para prevenir esta plaga, pero el veneno que se le aplica no es peligroso para el hombre porque una vez que previene el surgimiento de la plaga, se evapora; y todavía, si algún resto quedó, al hervir el frijol, lo que hubiera quedado se elimina totalmente. Fumigado, el frijol puede guardarse durante meses; así es como se distingue el frijol “viejo”, del sabroso pero riesgoso frijol “nuevo”.
Antiguamente, el frijol se vendía quebrado como una forma de evitar que se escondiera el gorgojo, pero era igual, el animalito allí estaba y había qué limpiarlo antes de ponerlo a cocer. Así fue como nuestros mayores se impusieron a limpiar el frijol no solo de piedras, terrones, palitos y demás sobrantes, sino además, de los gorgojos que ya habían hecho de cada frijol su morada.
Nuestros padres lo tomaban con humor y decían que nos servirían unos ricos “frijoles con carne”, o sea, unos sabrosos frijoles rellenos..., de gorgojos.
En estos últimos tiempos, el frijol engorgojado se tira a la basura; y las amas de casa, al limpiar este alimento, separan los quebrados porque “no sirven”: No saben que hace tiempo, no había de otro. Hoy, el frijol se vende ya limpio y sólo se le da una que otra espulgada; aún así, de vez en cuando nos llevamos una que otra sorpresa.
Los frijoles con basura, tierra y gorgojos ya pasaron a la historia. Un uso que quedó en desuso para mayor comodidad de las mujeres de hoy.
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