Nuestros mayores no sabían como funcionaba alguna cosa, sólo sabían que funcionaba; y muchas de sus recetas, no tenían ni pretendían buscarle una explicación científica tal vez porque como práctica ancestral, no tenía ninguna.
Así, todo mundo sospecha que algo tiene que ver el contacto con la tierra y la salud de nuestros niños. Un dicho muy popular entre los abuelos es “deja al niño que haga tierra...” ¿Qué significaba el hacer tierra? pues el tener contacto con ella, el andar descalzo, el sentarse a jugar, el revolcarse, según esto, para dejar en ella todos nuestros males y tomar de la Madre Tierra sus energías.
Sus energías... Ahora sabemos de la carga de electricidad que la tierra guarda. Ahora sabemos de las emanaciones energéticas que la tierra tiene; y son tantas, que durante una tempestad salen rayos del suelo hacia el cielo. Toda esa carga de energías se toman a través de los pies descalzos para fortalecer el cuerpo.
Los niños de antes no éramos tan enfermizos porque pasábamos más tiempo descalzos que con calzado. Con un pantalón corto o en calzoncillos, jugábamos al suelo hasta llegar a casa revolcados de arriba a abajo, llenos de las energías de la “Pachamama” como le dicen los indios de casi toda América, o Madre Tierra como se le reconoce en todo el mundo. Cuando llegaban las lluvias, salíamos a correr al aguacero a llenarnos de la bendición del cielo y a correr entre los charcos, a bañarnos en el chorro de las canales.
Hoy, los niños ya no van descalzos ni al Kinder. Ya no los dejan pisar el suelo ni las piedras ni aún en tiempo de calor. Hoy los niños son ancianos achacosos antes de tiempo. Padecen de un sin fin de alergias, de anginas, de males respiratorios mientras los viejos siguen aconsejándonos: “Déjelos que hagan tierra...”
Quizás entre nuestra generación y la actual, la diferencia de salud es el tipo de costumbres sobre todo en la alimentación, ya que antes comíamos pura sopa, frijoles, tortillas hechas en casa, papas, chile, tomate y cebolla. Nada de comida chatarra, nada de ablandadores en las carnes, nada de química…
Y tierra…, mucha tierra…
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