En este espacio de leyendas, nos unimos al espíritu de las Fiestas del Centenario de la Revolución Mexicana y el Bicentenario de la Independencia de México publicando algunas leyendas históricas que esperamos, disfruten nuestros lectores de todos los países que siguen nuestro Norestense.com
ISMAEL, EL COYOTE
Por las tierras semidesérticas del norte de México conocidas en la historia como “La Gran Chichimeca”, se dio el arte de la brujería como una misteriosa herencia indígena; una forma de religión que está catalogada como la más antigua de la humanidad, ya que cuando a tierras mexicanas llegó el cristianismo, estas prácticas tenían ya más de doce mil años en el conocimiento de los habitantes naturales de estas tierras.
El culto a un dios de forma indefinida y situado en algún lugar del Universo, daba a los practicantes de este sistema de creencias, el poder para curar o enfermar lo mismo a hombres que animales, para desaparecer ante la vista de la gente, el poder de volar o transformarse en algún animal para viajar por los montes sin ser detectados en busca de cumplir con alguna misión. Sin embargo, no todos los indios estudiosos de la materia alcanzaban este poder; algunos se conformaban con quedar en el papel de chamán o curandero de la tribu, hombre lleno de conocimientos para mantener o echar a perder la salud de los que acudían en busca de su ayuda; pero aquellos que podían transformar su naturaleza humana en la figura de un cuervo, una lechuza, un olcelote o un coyote, recibían el reconocimiento a su sabiduría con el título de “nahuales”.
Pues bien, en estas tierras de La Gran Chichimeca donde estaba incluida lo que hoy es Galeana, Nuevo León, como herencia de los indios guachichiles -tribu que habitó esta comarca desde la Región Lagunera, en Coahuila, hasta los estados de San Luis Potosí y Zacatecas-, se dio la presencia de nahuales que quedaron registrados en la memoria de las pueblos como tradiciones, como leyendas para contar de generación en generación como relatos preciosos de nuestro pasado.
Así pues, cuenta la leyenda que hubo en Galeana, Nuevo León, un brujo poderoso que por su hechos, dejó memorias entre la población, recuerdos que han perdurado hasta nuestros días; un hombre que por sus facultades de nahual, era conocido como El Coyote Ismael, ya que tenía la facultad de transformarse en el mencionado animal.
Nacido en el Siglo XIX y criado como solitario habitante de la montaña, fue admirado por sus artes curativas y otros poderes que lo hicieron famoso entre los poblados de la región. Como buen nahual, don Ismael explicaba que no todo hombre nace con facultades para tomar el camino de la brujería india, pues hay que nacer con el designio, con la señal de un destino que viene desde el nacimiento. Las fuerzas ocultas regalan poderes solamente a los elegidos y eso, los hace hombres de poder dueños de montes y llanuras, dueños de la luz del día y de la oscuridad de la noche. Gracias al poder heredado, eran capaces de provocar la lluvia o la sequía, harían prosperar las milpas con una producción extraordinaria, o podrían secar los sembrados. La pérdida de cosechas, lo mismo que la muerte masiva de ganado, eran atribuidos al gran poder de los nahuales.
Era El Coyote Ismael un hombre de gran nobleza que jamás abusó de los poderes adquiridos en el estudio de las artes prohibidas y muchas personas ayudó en su enfermedad o su pobreza. Pero viendo que la miseria y la injusticia en que la población vivía no tenía remedio, creyó en las promesas de la naciente Revolución Mexicana e identificado con la causa Maderista, se enroló en el ejército rebelde y combatió con éxito durante algunos años en busca de una nueva vida para el pueblo mexicano. Aquí, en el movimiento armado, es donde se dio la anécdota máxima en su vida.
Contaban los ancianos del pueblo, que cuando las fuerzas del traidor Victoriano Huerta, entraron a Galeana atravesando la sierra por el cañón de San Lucas, ahí estuvo Ismael entre las fuerzas que tenían como misión enfrentar las tropas del asesino de Francisco I. Madero. Pero los combates no les fueron favorables, y los defensores de Galeana fueron replegándose y don Ismael fue acorralado en su choza donde se defendió con gran efectividad y valor, manteniendo a raya al grupo de soldados del mal Gobierno, que tuvieron que esperar refuerzos para hacer el asalto final y poder matar aquél rebelde que sin el más mínimo respeto a su superioridad, los mantenía sin poder avanzar debido a su gran puntería.
La noche llegó y tal parecía que don Ismael ya no vería el amanecer del nuevo día. Pero, haciendo uso de los poderes que le dio la brujería, se transformó en un coyote; y por las horas de la madrugada, mientras la fuerza atacante dormitaba esperando la señal para una embestida final, un ladino coyote pasó cerca de ellos, amparado entre la oscuridad y los matorrales sin que el enemigo le pusiera atención. Corrió El Nahual hasta ganar la seguridad de la distancia, y se paró en una loma para ver de lejos al enemigo; ahí, lanzó al frío viento de la noche un aullido triunfal, que parecía más bien una burla a sus enemigos. El Coyote Ismael, había escapado.
El brujo vio terminar poco a poco el movimiento armado, y no quedó conforme con el nuevo estado de cosas porque la pobreza, la explotación y la injusticia contra el pueblo siguieron arraigados en la sociedad que no estaba dispuesta a cambiar, pues los ricos hacendados de antes, eran ahora los dueños del poder político. Igual que muchos exrevolucionarios, se negó a entregar las armas y se remontó a las sierras del sur de Nuevo León, donde siguió su vida de rebelde.
Así fue como se hizo famoso por un nuevo tipo de ayuda que daba a los pobladores de la sierra; pues ahora, sobre la asistencia a sus enfermedades, también les repartía el dinero que arrebataba a la gente acaudalada en los asaltos por haciendas y caminos perdidos en la serranía. Gracias a sus facultades de nahual, mantenía vigilados los caminos del paisaje; tal vez, convertido en cuervo u otra ave voladora. Era dificil apresarlo, y tanto la Acordada como las partidas militares, fracasaban en sus intentos de atraparlo. Cuentan que las veces que lo acorralaron, se veía salir un coyote con su singular paso diagonal y trotadito, escapando entre los breñales; y las fuerzas federales, ocupadas en el punto donde se escondía Ismael, no le ponían atención al animalillo que huía. Un rato después, un aullido se escuchaba en la distancia. El Coyote Ismael, otra vez había escapado...
Los años pasaron y poco a poco se fue apagando la fama de El Coyote. Tal vez se fue a continuar con su trabajo como curandero a otra región. Para un cambio en su vida habría elegido las tierras tamaulipecas, potosinas, o coahuilenses; pero el famoso nahual, en unos años dejó de ser un avistamiento cotidiano por los ranchos y caminos vecinales para convertirse en esta leyenda que se cuenta por los pueblos y comunidades de Galeana.
A casi cien años del inicio de la Revolución, era de esperarse la desaparición de este hombre legendario cuya vida y hechos hoy todavía se cuentan por el sur de Nuevo León. Pero aunque hayan pasado tantos años, por poblados y rancherías aún se cuenta que todavía se puede escuchar el galope de un caballo que atraviesa por las noches el cañón de San Lucas. Se dice que es el alma del brujo Ismael, todavía vigilando el paso para defenderlo de fuerzas invasoras que amenacen a su querido pueblo de Galeana. Otros dicen, que es porque su alma en pena está aun vigilando los tesoros producto de sus asaltos que dejó enterrados u ocultos en cuevas de la montaña.
Lo que sí es cierto, es que al filo de la media noche, un largo aullido se escucha por las lomas y llanos que fueron escondite del nahual revolucionario. Y si alguna vez, paseando por las serranías de Galeana, escuchas el aullar de un coyote, persígnate y no temas; es sólo que El Coyote Ismael, vaga todavía por aquellos montes como un alma errante; o tal vez, será que el viejo hechicero todavía no ha muerto, y aún se divierte recorriendo los campos de su juventud y lanzando a los cuatro vientos su aullido triunfal.
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