LA LEYENDA DE DON ALEJO GARZA TAMEZ
Un sangriento crimen conmovió el noreste mexicano; un hecho más de sangre de los tantos que padece este nuestro México violento.
Un hombre de 77 años de edad, un anciano, don Alejo Garza Tamez, fue advertido que en un plazo de 24 horas, debía entregar un rancho de su propiedad a una banda del crimen organizado, sin siquiera denunciar ante ninguna autoridad.
Don Alejo, desconfiando de toda clase de uniformados y sabiendo que entre autoridades locales, federales, y delincuentes hay un línea indefinida, bajo su cuenta y riesgo, se opuso a entregar la herencia de sus hijos y retó a los delincuentes a que fueran por su propiedad, el rancho San José, en la jurisdicción de Güémez; Tamaulipas. Ahí los esperaría...
Excelente tirador por haber sido la cacería su único deporte, aquella tarde del 13 de noviembre de 2010 despidió a todos los trabajadores, preparó todas sus armas deportivas colocando una a una, bien cargadas, al lado de toda puerta y ventana. Lo que fue su hogar, ahora sería su trinchera.
Veló toda la noche en espera del fatal momento y a las cuatro de la madrugada, escuchó en el silencio de los montes los motores de varios vehículos que se acercaban.
La hora fatal había llegado...
Entregar sus bienes sin luchar era una cuestión que no estaba en sus convicciones acerca del honor de un hombre. Defendería su propiedad aunque en ello le fuera la vida. Vale más morir de pie, que vivir de rodillas.
Hoy es un hecho real en la página roja de la prensa diaria, y mañana será una leyenda que hemos de contar a nuestros hijos.
Hoy, dedicamos a manera de corrido mexicano, una semblanza de este hombre y estos hechos, que movieron las fibras más sensibles de todos los habitantes de México.
Alejo Garza Tamez
Un 14 de noviembre
del trágico 2010
se perpetuará un nombre:
Alejo Garza Tamez
Fue empresario maderero
de Allende, Nuevo León
y enfrentó a los matreros
que asolan por la región.
Fue en el rancho San José
de Tamaulipas, en Güémez,
donde se cruzó con él
un grupo de matarifes.
Actuando en impunidad
los sicarios lo advirtieron
“O nos das tu propiedad
o venimos por tu cuero”.
“Si quieren tener, trabajen
bola de ratas, huevones,
que buscan tener dinero
asesinando en montones”.
“Tienes 24 horas
para salir de tu rancho
y si nos haces un “pancho”
pues ya te llegó tu hora”.
“Con ansias aguardaré
su visita en San José
al cruzar la puerta grande
ahí los recibiré”.
“No me espanta ni la muerte
primero mi honor, mi nombre,
se creen que son muy fuertes
asustando nobles hombres”.
Llegó a su rancho el valiente
a sus peones liberó
y con muy alta la frente
con armas se atrincheró.
Setenta y siete años
aquél hombre los cumplió
practicó la cacería
y muchas piezas cobró.
“Hoy exhibiré otras presas
de bandidos y asaltantes
en tableros y en estantes
pondré sus testas bien tiesas”.
Cerró puertas y ventanas
y ayuda no pediría
las autoridades vanas
fingirían, mas no harían.
Al igual que el pueblo entero
estaba solo a su suerte
y era lo más certero
que se enfrentaba a la muerte.
¡Ay Tamaulipas querido
cuanta vergüenza has pasado
tus pueblos desprotegidos
ya solos se van quedando!
Pero hoy, un hombre defiende
su honor cual fiero león
y es nacido en Allende
del merito Nuevo León.
Sus rifles de cacería
por puertas acomodó
armas bien abastecidas
por las ventanas paró.
“Vengan, ataquen mi casa
no me encontrarán dormido
en este país lo que pasa
es que al Gobierno han rendido”.
“Yo soy norteño de cepa
que ni la duda les quepa
que mi hogar defenderé
soy hombre y me quedaré”.
Veló por la noche entera
y por las cuatro escuchó
a la tropa carnicera
que hasta sus puertas llegó.
“Por el rancho hemos venido
salgan con manos en alto
quien no se dé por rendido
aquí se muere en un rato”.
Los bandidos esperaban
ver salir gente llorando
lo que no se imaginaban
un rifle y mira apuntando.
Las armas se levantaron
y una descarga soltaron
armas largas vomitaron
y las estrellas temblaron.
Pero un sicario cayó
los cobardes se asombraron
ahí donde el fuego asomó
treinta armas dispararon.
Un disparo retumbó
de otra ventana apuntó
otro asesino caía
y el demonio se reía.
La casa se sacudía
bajo aquel poder de fuego
que paredes sacudía
y otro maldito caía.
Los delincuentes creyeron
que un ejército atacaba
y asustados se escondieron
tras trocas se acomodaban.
Caían un tras otro
hasta la media docena
que con el pecho roto
agonizaban en pena.
Había sido una celada
tenían que tomar la plaza
usarían las granadas
para arrasar con la casa.
La balacera seguía
ahora con odio feroz
las explosiones se oían
de aquella batalla atroz.
Balas, metralla, cruzaban
con sin par ferocidad
y el viejo les apuntaba
con bravura sin igual.
Las paredes derrumbaron
las puertas agujerearon
había balas volando
y bandidos expirando.
Al fin, las armas callaron
y a la casa ingresaron
cada rincón apuntando
al “ejército” buscando.
Y sólo un viejo sangrando
miraron con gran asombro
estaba ya agonizando
rifle descansando al hombro.
Fue mucho tiempo perdido
en el asalto fallido
tal vez ya los marinos
venían por los caminos.
Huyeron dejando muertos
y heridos por los huertos
espoletas de granadas
por todo el lugar regadas.
No se sabe a ciencia cierta
cuántos heridos llevaban
pues a los que abandonaban
por ya muertos los contaban.
El nuevo día ya clareaba
y la Marina llegaba
levantó muertos y heridos
y buscaban más tendidos.
De la casa al interior
se adentraron muy prudentes
sólo el cuerpo del valiente
observaron con dolor.
Docenas de flores rojas
su cuerpo estaba mostrando
fuentes de sangre manando
miraron con gran congoja.
Alejo Garza Tamez
entregó su alma al Señor
mostrando a toda la mies
cómo se actúa con honor.
Hoy es héroe de leyenda
¡que gran lección nos dejó!
su memorable reyerta
al Gobierno avergonzó.
¡Ay frontera norestense
canta conmigo esta vez
el corrido al allendense
Alejo Garza Tamez.
Norestense.com se une al callado homenaje que el pueblo le ha dedicado en mil columnas, mensajes, y reportajes que a diario se ven en todos los medios escritos, y electrónicos. Este fue el acontecimiento que más conmovió nuestra alma en el año del 2010 y nos unimos a los honores que don Alejo ha recibido.
Descanse en paz, don Alejo Garza Tamez.
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