Uno de los árboles frutales más resistentes al calor y la sequía, es el papayo. Su fruto, la papaya, tiene su consistencia carnosa y un sabor muy dulce; tanto, que es una de las frutas preferidas en el gusto nacional.
Pero a más de por su sabor, la papaya es buscada por otras propiedades. Una sustancia clasificada en la ciencia como la “papaína” tiene grandes efectos en el sistema digestivo: cuando se irrita por consumo de picantes, cuando está delicado o molesto por problemas de úlceras, cuando se enchila la boca o los labios, cuando se tienen problemas para la evacuación.
También, las semillas secas y pulverizadas, son un poderoso vermífugo, que deja sin gusanos y otros tipos de parásitos los intestinos. Así mismo, el líquido lechoso, es tan fuerte que se debe mezclar con agua, aceite de ricino y unas gotas de limón para limpiar de todo parásito el sistema digestivo.
En otras regiones, se “ordeña” el papayo. Al igual que los antiguos chicleros, se le hacen unas muescas al tronco para hacer que el líquido lechoso fluya y se recoja en un recipiente. Se deja gotear hasta el final; pero una vez que terminó la ordeña, se descubre que el fruto no fue afectado ni en su tamaño, consistencia o sabor. La “leche” de la papaya se deshidrata y luego se trata industrialmente para la fabricación de ablandadores de carne. ¿Sabía esto?
Los antiguos no sabían de todas estas bondades, sólo estaban seguros de su delicioso sabor, su fácil cultivo, y era común encontrar un papayo en plena producción en cada hogar.
Por lo pronto, cuando tenga usted a un miembro de la familia renegando o llorando por el picor que le causó el comer chile, sólo déle una probadita de papaya y al instante, dejará de sufrir.
La papaya, una de las bendiciones que la naturaleza ha dado al hombre. ¿Usted gusta?
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