I.- Hace cuarenta años construía mi primera casa, y escuché que el maestro de obras regañaba furioso al ayudante. Como desde aquel entonces, había confianza entre nosotros porque hemos sido amigos toda la vida, ya pasado el mal rato me acerqué a preguntarle cuál había sido la falta para que mereciera aquel maltrato. Recogió del suelo un hueso, restos de un cocimiento que algún perro habría dejado por ahí, y me dijo que lo encontró entre el colado que estaban preparando para los cimientos. Como todavía no entendí la causa del regaño, me contó que era de mala suerte poner un hueso en el cimiento de una casa.
Pasado el tiempo e indagando entre albañiles, se me fueron revelando las creencias que se tienen sobre la cimentación de una casa. He aquí una de ellas:
Si se desea la desgracia para quienes habiten una casa, cuando estén construyendo la cimentación hay que ir al Panteón por un hueso humano y si se quiere, acompañarlo con un puñado de tierra de las tumbas para confundirlos entre el concreto o ponerlos al fondo de la zanja o de la zapata. Gracias a este sortilegio, los moradores de aquella casa vivirán en conflictos que pueden ser peleas, enfermedades, pobreza y desamor.
Pero como ven, hasta el más humilde albañil tiene ética profesional y como descubrí hace cuarenta, aunque nosotros no estemos enterados, ellos cuidan que ni por negligencia vaya a caer un hueso de cualquier tipo entre los cimientos.
Y usted, cuando le construyeron su casa, ¿revisó bien los cimientos...?
II.- Bueno, en párrafos arriba ya hemos hablado de cómo un hueso humano entre los cimientos de una construcción puede traer la mala suerte para los que la habiten. Ahora hablaremos de lo contrario: las prácticas ancestrales para desear la buena suerte a un edificio ya sea familiar o público.
Si se desea que la familia que va a habitar una casa tenga abundancia en salud, dinero y amor, en los cimientos se deben vaciar monedas de cualquier denominación. Si olvidaron poner las monedas en los pozos del cimiento o las zapatas, entonces las monedas han de ponerse entre las paredes o regarse por el patio y dejarlas ahí por siempre confundidas con la hierba y la tierra. Es muy común encontrar casas por el norte de México con monedas tiradas como al descuido por todo el patio o el jardín o tapizando un piso, algunas veces hasta acomodadas en forma de cruz.
Estas creencias las tenían lo mismo españoles que indios mexicanos; pues los aztecas y otros pueblos, ponían turquesas entre las paredes y cimientos; y los españoles, al construir una iglesia, reunían al pueblo para que en el pozo, donde se pondría la piedra angular, vaciaran aretes, pulseras, anillos, medallas y monedas de oro y plata. Si lo que se levantaba era una casa, entonces se reunían las monedas y alhajas entre familiares.
Y usted, la próxima vez que construya los cimientos de una casa, no olvide vaciar unas monedas por modestas que estas sean, ya que debemos desear siempre la buenaventura a nuestros hermanos y jamás el mal porque recuerde el dicho popular:
“Dios nos dará el doble de lo que deseamos para los demás...”
Norestense fue desarrollado en Drupal