Los sitios encantados son comunes en todos los pueblos las historias de sitios encantados; sean estos una casa, una cueva, un lago o una ciudad. Sitios invisibles, todos ellos son lugares perdidos a la vista de los mortales pero aparecen ante nosotros en fechas especiales y circunstancias particulares como lugares sobrenaturales normalmente inaccesibles; y para entrar hay que pasar por pruebas como la bella dama que te pide la lleves cargada a la espalda y te pone como condición que no voltees a verla “pase lo que pase”; pero al sentir algo diferente descubres a tu espalda, que es un gran reptil. La sueltas aterrorizado, y ella y la boca de la cueva encantada desaparecen. A veces, las cosas son al revés como la letra en el espejo; o la comida es nauseabunda y así hay que comerla; el tiempo transcurre a otro ritmo y lo que parece unas horas resulta días, lo que serían días son años. El lugar es habitado por seres sobrenaturales, deidades, muertos, seres angélicos, hadas, duendes, demonios.
Se llega este lugar por la seducción de algún ser que te llama con voz y miradas prometedoras, por el acuerdo con un demonio, por romper una ley, o por suerte. Se llega por medio de cuevas, abismos. Se debe llegar en tiempo exacto como al tañido de una campana, la caída de un rayo, o una fecha exacta. Por ejemplo, se dice que todos los tesoros se revelan la noche del jueves y viernes Santo; porque como Cristo murió esos días, las fuerzas del mal antes contenidas, andan sueltas.
La puerta se abre para acceder al sitio encantado; pero a veces nos encontramos con la tradición de que nunca se puede sacar nada del lugar mágico. Lo que se lleve se convertirá en carbón, excremento u hojas secas; si en el sitio puedes entender todos los idiomas, o volar, todos los dones se desvanecen al salir. Frecuentemente la aventura se paga con la vida y quedas para siempre perdido en la dimensión de aquel lugar o tus huesos se agregarán a los cientos de esqueletos que reposan en la caverna escondida del sitio de las maravillas.
En nuestras tierras de Anáhuac y Lampazos, se habla del tañido de una campana que suena a las doce del día y que es la señal de una cueva llena de tesoros que se abre en algún lugar al oriente de la sierra de Lampazos.
Las historias de La Reforma nos hablan del pasadizo secreto que se abre repentinamente para mostrarnos sus tesoros; pero los muertos guardianes acuden para advertirnos el clásico “todo, o nada...” Si no obedeces, las puertas se cerrarán y quedarás ahí para siempre.
De los ejidos a Salinillas se habla de “La Ciudad Perdida”, una población fantasma que podemos observar a la distancia con sus casas y sus lámparas alumbrando cada hogar. Se mira el trazo de las calles y algunos hablan hasta de gente que transita por ellas. Hay sólo unos días determinados y unas horas para observarla; pero si avanza hacia ella, a medida que se acerca se irá desvaneciendo. Es usted afortunado; pues si logra entrar a ella, le ofrecerán una copa en la cantina o un vaso de agua en una casa, y quedará por siempre atrapado entre fantasmas como una aparición más. No trate de regresar; puede que el tiempo haya transcurrido y encuentre ancianos a los que fueron sus nietos.
Yo, no... Pero no sé usted si estaría dispuesto a correr esta aventura.
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