Desde tiempo inmemorial la aparición de un cometa ha sido motivo de alarma entre las naciones de todo el mundo porque se cree que trae el anuncio de un cataclismo que afectará a toda una sociedad. Así por ejemplo: se cree que la aparición de un cometa anunció la muerte de Atila, de Felipe Augusto, rey de Francia, etc. En el México antiguo los nigromantes y pueblo en general creyeron ver en la presencia de un cometa el derrumbe del Imperio Azteca, como así fue; y a principios del Siglo XX, aseguraban que un cometa les anunciaba otra gran desgracia que identificaron con terremotos y con el inicio de la Revolución Mexicana mientras en Europa, lo relacionaban con los primeros sacudimientos sociales que los llevó a la Primera Guerra Mundial.
No hay que confundir un cometa con una estrella fugaz pues esta, es uno de los restos de un meteoro que se desintegró e incendió momentáneamente al contacto con nuestra atmósfera; apareciendo fugazmente como una chispa de luz que traza su raya en el firmamento o cae a nuestro planeta Tierra. Cada cierto período podemos gozar del espectáculo de miles de estrellas fugaces que identificamos como lluvia de estrellas En cambio, el cometa es un astro que viaja por el universo trazando un círculo que lo obliga a pasar frente a nosotros cada cierto número de años como el cometa Halley que podemos ver durante varias noches cada 82 años.
Entre cometas y estrellas fugaces, y las creencias que con ellas vienen, mi favorita es aquella que nos trae esperanza, cuando elevamos al cielo una petición al ver un meteorito que con su repentina luz nos concede algún deseo en este atribulado mundo, que prefiere creer en las catástrofes de un cometa y no en los sueños que nos invaden ante la visión de una estrella fugaz.
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