Desde la época prehispánica, entre los indios de México se dieron historias sobre mujeres fatales que se aparecían en la noche ante los hombres para perderlos o asesinarlos. Desde luego, el gancho que usaban era una excepcional belleza con la que los atraía, los seducía; y al acudir al llamado, se perdían para ya nunca ser encontrados, o se les localizaba locos, o flotando muertos en algún río.
Uno de los mitos más antiguos lo es el de la Xtabay de los mayas de Yucatán, mujer hermosa que se aparece en las noches de luna, semidesnuda, con larga cabellera y grandes senos; que al aparecerse al hombre lo enloquece de pasión y nunca vuelve a recuperar la razón. La Xtabay controla a los animales, es la señora de las profundidades de la tierra donde se cree desaparece a sus víctimas, quienes no pueden negarse a caer en sus encantos.
Los mayas de Centroamérica tenían entre sus mitos un ente parecido: La Ciguanaba, que desnuda se aparece a los desveladores lavando a la orilla del río, con su larga cabellera y sus bellos senos. Esta aparición no mata a nadie, sólo que al tocarla, se convierte en un arbusto de plátano. Quien vive esta experiencia, enloquece y sólo se puede cortar el espanto encendiendo un puro, mordiendo un machete, haciendo la señal de la cruz o persignándose.
Los lacandones de Chiapas creen también en la Xtabay. Según su historia, las mujeres xtabay les ofrecieron ser las madres de sus hijos y les mostraban un camino donde se encontrarían, pero cuando los entusiasmados jóvenes seguían aquella senda, descubrían que los conducía a su propia casa. No se los habían llevado para matarlos pero enloquecían para siempre.
En el valle de México y sus alrededores, existe la leyenda de la Matlacíhua o también llamada Matlacinca, bella aparición que se presenta a la orilla de los ríos, llamando con prometedora voz a su futura víctima, y mostrando todos sus encantos mientras los invita a bañarse con ella en el río. Los hombres se dejan llevar por su belleza y la promesa de mil delicias con aquella mujer. Nadie sabe cómo suceden las cosas, pero los que caen en sus brazos, amanecen muertos flotando en el río.
La Matlacíhua también atrae hombres mayores y niños, no sólo jóvenes; y todavía por nuestros días, en los pueblos del valle de México, cada vez que alguien se ahoga en presas, ríos o lagos, la gente se persigna y exclama llena de miedo: ¡Se lo llevó la Matlacíhua…!
Y usted, amigo que nos escucha, sepa que por nuestras tierras norteñas no hay este tipo de apariciones; pero hay otras todavía más peligrosas; y si es felizmente soltero, ¡cuidado…! porque alguna vez, en algún baile, o en la plaza, se cruzará en su camino algún émulo de la Xtabay o la Matlacíhua y tras sonreírle, envolverlo en una mirada, y enredarlo con sus encantos, puede acabar…
¡Irremediablemente casado…!
Se los digo por experiencia…
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