Vamos a recordar los aparatos de música trascrita que llenaron nuestros espacios de silencio día a día; y casi sin darnos cuenta, fuimos cambiando unos por otros hasta quedar maravillados cuando, buscando entre empolvados trebejos, encontramos de pronto algo que en nuestra juventud nos pareció digno de presumir a los vecinos. Pues bien, cuando nos asombramos de las cosas que han ido desapareciendo y que nuestros abuelos nos cuentan que fueron de uso corriente en sus tiempos, deberíamos hacer un inventario de las cosas que nosotros mismos hemos visto desaparecer y con las que mañana, también vamos a asombrar a nuestros nietos.
Por ejemplo: Los primeros discos, no lo eran propiamente pues eran cilíndricos, como el palote de las tortillas de harina, con el rayado en espiral, y la aguja, viajaba por el lomo de un extremo al otro. El aparato no era ni eléctrico ni de pilas, sino de cuerda, como los viejos juguetes. La bocina era un cono que entre más grande, más sonoro. Hoy esos tocadiscos son piezas de museo y al verlos nos preguntamos: ¿cómo es posible que usaran estas cosas...?
Hay qué recordar que hasta los años sesenta, los discos eran de pasta, grandes y pesados y los tocadiscos tenían 78 revoluciones por minuto. Las agujas eran metálicas, pequeñas como tachuelas; y cada dos o tres discos, había que cambiarlas porque se achataban muy rápido. Por esos mismos años, hubo que cambiar los tocadiscos pues nacieron los discos de acetato, más pequeños y livianos; estos se tocaban a 45 revoluciones por minuto. Igual que los antiguos, se le llamaba “sencillo” al que tenía sólo una pieza de cada lado.
Luego, salieron al mercado los que tenían dos piezas por lado; estos se llamaron E. P., o “extended play”.
Pero para sombro de todos, salió al mercado una nueva moda: los L.P. o “long play” que tenían seis piezas de cada lado y se tocaban a 33 revoluciones por minuto.
Poco a poco, los discos de 78 revoluciones fueron desapareciendo del mercado y los tocadiscos con esta revolución, también. Ahora todos eran nada más de 33 y 45 revoluciones. Para seguir en el asombro, las agujas metálicas desechables, desaparecieron para dar paso a las de punta de diamante que son virtualmente eternas. Antiguamente con dos discos nos acabábamos una aguja; pero con el nuevo descubrimiento nos acabábamos todos los discos y hasta el tocadiscos, y la aguja seguía allí. ¡Aquello nos pareció verdaderamente revolucionario!
Se popularizó también la música grabada en cintas. Las grabadoras eran antes unas cajas muy grandes y las cintas eran kilométricas, acomodadas en grandes carretes. Pero ahora eran en audiocasetes de 8 tracks, casi del tamaño de un libro o de videocassete de nuestros tiempos, y las grabadoras eran un poco más manejables.
Todo parecía en paz. Las grabadoras se vendían mucho; pero con gran alarma vimos que salió un audiocasette más pequeño, de 6 tracks. Sucedió lo que esperábamos: todas las grabadoras y casettes de 8 tracks que teníamos, poco a poco fueron quedando obsoletas por cassettes y grabadoras del 6; que son las que conocemos ahora.
Discos y casetes se manejaban aparte, pero luego salieron al mercado tocadiscos con tocacintas integrado; y a gastar de nuevo...
En los discos, un nuevo descubrimiento sacudió el mercado: el disco compacto, o C.D. Aunque no es metálico, es casi indestructible, no se deforma si lo dejamos olvidado bajo el sol; y le caben hasta el triple de piezas musicales. Esto dio paso a tocadiscos nuevos; todavía con dispositivo para tocar discos de acetato y cintas; pero de diseño nuevo.
Ni cuenta nos dimos cuando ya habían desaparecido los discos de acetato de todas las tiendas y poco a poco desaparecieron también los tocadiscos. ¡A comprar tocadiscos exclusivos para CDs!
Luego, se vino una campaña para abaratar los discos compactos; pero, ¿sabe porqué? pues porque ya venía empujando fuerte una nueva moda: el uso del mini disco. ¡A preparase a gastar de nuevo...! Había qué cambiar otra vez los tocadiscos; sin embargo, ya no fue necesario pues por razones vedadas al público, fueron desapareciendo misteriosamente.
Parecería que la historia hasta ahí llegó pero luego llegó el mini aparato llamado I-pod; un dispositivo plano y más pequeño que un celular donde caben cientos de melodías grabadas, la mayoría por vía Internet. Hasta hoy, esto es lo último.
Afortunadamente, los casetes, desde la llegada de los 6 tracks se han mantenido igual. Pero ahora nos vienen algunas preguntas: ¿nos habíamos dado cuenta de todos los cambios que ha sufrido la música grabada nomás en nuestro tiempo? ¿Ya se dieron cuenta que también nuestros hijos miran con curiosidad y asombro nuestros viejos discos de acetato?
Nuestros tocadiscos y discos ya en desuso, son piezas dignas de un museo; no tarda mucho que nosotros también lo seamos, contando a nuestros hijos y nietos, cómo funcionaban esos extraños discos de 78, 45 y 33 revoluciones; cómo funcionaban esos audiocasetes de 8 tracks. No cabe duda que los usos y desusos que nos asombraron en la vida de nuestros abuelos, ya nos alcanzó también a nosotros.
¿Es usted un “viejo” testigo del tiempo y no quiere reconocerlo? Aquí tiene otro ejemplo de cómo las cosas pasan y nosotros con ellas, aunque nos duela...
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