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SI NO COMPRA, NO MAYUGUE…

Un dicho de los mercados pero que se ha aplicado a tantos aspectos de la vida diaria, es aquél que reza:

SI NO COMPRA, NO MAYUGUE…

Cuando va usted a los tianguis y mercados populares de frutas y verduras, es común que sea atraído por las más coloridas, ya que por el color podemos adivinar el grado de maduración de las piezas. Así pues, con la atención fija en el color, todavía queremos asegurar lo macizo del fruto, del tomate, del aguacate; y lo tomamos en la mano, y con los dedos le damos unos apretones para ver si no está aguado, que sería señal de estar maduro de más. No nos damos cuenta de que si todos hacemos lo mismo, no quedará fruto macizo pues entre todos, lo dejamos “como el aguacate zamorano, madurado con la mano”.

El comerciante, algo molesto por tan dañina práctica, nos va a decir tratando de conservar la calma: _ “¡’ora… no amachigüe…!” O lo que es lo mismo: “Si no compra, no mayugue”

En la vida diaria es común que pidamos informe de pesos y precios como si fuésemos a llevarnos toda la tienda o como si anduviéramos de inspectores de comercio. Y llevamos y traemos a la empleada preguntando, tocando, probando, poniéndonos, calándonos, calzándonos cuanta cosa vemos frente a nosotros. Vamos dejando el regadero de artículos fuera de lugar, hasta que la antes amable muchacha nos dice presa ya de gran impaciencia: Mire…”si no compra, no mayugue…”

Es común que en el baile nos encontremos alguna agraciada dama a la que desde la primera mirada la clasificamos, la medimos; y a la distancia, la probamos. Inmediatamente nos lanzamos a solicitarle que baile con nosotros y entre plática y plática, empieza el cortejo. A veces, de las palabras pasamos a las caricias escondidas al bailar de cachetito; y si somos aceptados, pues le seguimos de largo para pasar de la punta del dedito, a la mano entera; de la manita, al brazo; del brazo, al abrazo; del abrazo tierno, al apretón atrevido. La joven puede que acepte ser conquistada palmo a palmo; pero la suegra…, vieja loba de retorcidos colmillos, ha de intervenir alarmada ante los imparables avances del atrevido galancete; y antes de que pase a mayores le dice al pretendiente: _¡ “‘ora joven…! ¡si no compra, no mayugue…!”

¡Chin….! ¡Qué gente tan mal pensada…!

Pero es mejor hacerle caso a la experiencia de la celosa señora, ya que sabe más el diablo por viejo que por diablo. No sea que luego, el galán quiera correr ante los reclamos de una dama engañada, que quedó vestida y alborotada, y que al sentirse burlada, justamente le reclama: “¡’ora me cumple… o me deja como estaba…!”

Dichos populares, folclor de los pueblos; que sin embargo, no tienen nada de risa; pues la sabiduría de los viejos se expresa a manera de refranes de contenido aplastante e indiscutible; ante los cuales, hay que quitarse el sombrero…

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