En tiempos de fiestas, muchos dichos del pueblo se apuntan para la ocasión; uno de los más locales es la palabra mitotero: le gusta el mitote, es muy mitotero, y su origen está en las lenguas indígenas que le llamaban mitote a sus fiestas.
A mí me gusta un dicho que suena a sentencia porque se está advirtiendo de algo que viene, y tras hacer el vaticinio, todavía subrayamos la profecía agregando: ...y si no, pal’ baile vamos… “Mira que nadie puede andar entre la miel sin que se le peguen las moscas, nadie puede andar entre el fuego sin quemarse; si no cuidas a tu hijo de que ande entre los lobos, seguro que se va a enseñar a aullar y después vamos a andar con que la múcura está en el suelo y mamá no puedo con ella. Hazme caso pa’ que luego después no andes llorando. Te digo las cosas porque sé; y si no, pal’ baile vamos…”
Entre baile y baile a veces nos va mal. Nos toca la peor parte en el mitote –cualquiera que este sea-, y entonces nos damos cuenta que al perro más flaco se le cargaron todas las pulgas; es entonces cuando nos quejamos amargamente y nos damos cuenta que en el reparto nos tocó lo peor y es cuando decimos: me tocó bailar con la más fea…
Aún así, no se nos quita lo mitotero; y nos vaya como nos vaya, al siguiente fin de semana allí estaremos otra vez: bien boleados, bien relamidos, vestidos con la mejores garritas, dispuestos a correr la aventura de cada mitote. Y si nos va como al diablo con San Miguel, no hay qué quejarse porque son prietitos del mismo arroz; y al fin y al cabo, lo bailado ya ni quien nos lo quite…
¡Ah raza mitotera…! Cuánto nos gusta el fandango aunque nos vaya como al perro de tía Cleta; no nos perdemos ni uno. Pero es en el convivio de fin de semana donde se justifica una semana de trabajo; es allí donde vamos a lucir el gallito, donde vamos a gastar nuestro dinero. Y si hay chanza, le seguimos al día siguiente hasta acabar en dos por tres con lo ganado en toda una semana de labor. Total, el fin de semana es momento de sentirse vivo. Hay que darle gusto al gusto y presumirle a las muchachas que no nos conocen del dinero que no tenemos. Como buen mitotero, hay que presentarse a cuanto fandango se pueda; nos inviten o no nos inviten, que al cabo donde bailan y tocan, todos se embocan.
Yo por lo pronto me apunto a todos los mitotes por la época navideña y de fin de año y allá nos vemos en el baile; nomás que los que vamos con nuestra pareja de planta, no vamos a poder soltarnos el chongo; ella es la prudencia en nuestra vida, es la medida de nuestro gusto, el ajonjolí de nuestro mole, y sin ella no vamos ni a la esquina. ¡Ah, viejos mandilones…!
Lleve a su pareja a todas las fiestas de temporada y ya nunca se queje de que le tocó bailar con las más fea, porque si este dicho se le sale, se le va a armar otro mitote.
Disfrute con medida y sea feliz.
Norestense fue desarrollado en Drupal