Quién podría pensar que un jarro, un cántaro, una cuchara, podrían ser motivo de díceres populares, como lo es el caso del plato...
Hemos escuchado mucho el dicho de “no soy plato de segunda mesa” para hacer entender que no somos ciudadanos de segunda clase. Antiguamente, en las bodas se ponían los platos de primera mesa para atender a los invitados de más alto rango o posición social. La prioridad era atender primero a los más importantes; los demás importaban menos, si no alcanzaban no era problema, ellos eran los platos de segunda mesa.
También, en amores, se dice que un plato de segunda mesa es una relación de emergencia, nomás para cubrir el baile o paseo de fin de semana; pero realmente aquella pareja no tiene ningún peso en nuestra vida, no tiene ninguna importancia, y puede ser cambiada por algo mejor en cualquier momento. El hombre, o la mujer, a veces cambian algo seguro por algo mejor; y esto es porque somos muy dados a cambiar camino por vereda. Así, llega el sábado y la nueva conquista no llegó porque también encontró algo mejor y nos quedamos como el perro de las dos bodas, como quien dice: sin Juan y sin las gallinas… No hay que dar nada por seguro porque del plato a la boca, se cae la sopa…
El plato se usa también para la bravata: “Me lo echo al plato…” que significa vencer a cualquier contrincante. El valiente es capaz de comerse, de devorar a cualquier enemigo como un bocadillo fácil en su plato.
Pero también se usa el plato para contestar al hablador y se le replica: ¡De lengua… me como un plato! Esto es, que las palabras no sacan sangre, que son más las echadas que las ponedoras, que es pura lengua y nada de acción, que de pura lengua me puedo comer un plato.
El plato se usa también para clasificar a aquellos mosca muerta, aquellos aparentemente tímidos, inseguros; pero que se hacen locos para comer a puños. O sea que bajo su apariencia inofensiva, realmente están siempre al acecho para ver qué logran. Esos son los gaviotas, los que nomás andan rondando a ver qué pescan, son todos aquellos, o aquellas, que se les conoce porque “parece que no quiebran un plato, y los tienen todos rotos…”
Y usted… ¿Alguna vez ha sido plato de segunda mesa? ¿Alguna vez se le ha caído la sopa? ¿Es usted de aquellos que se echan al plato a cualquiera o de los que de lengua se comen un plato? ¿O tal vez es usted de los que no quiebran un plato?
No sabemos si la aplicación del plato a los dichos del pueblo son todos los que hemos presentado; pero si nos faltó alguno, escriba a esta su página web de Tradiciones para que nos lo reporte.
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