Al hablar de un ponche, no nos estamos refiriendo al fallar el bateo tres veces al tiro del pitcher, no; de lo que hablamos, es de un hábito alimenticio que se fue con el tiempo.
Hasta los años setenta se conservó una costumbre de comida rápida muy a la mexicana cuando en tiendas de abarrotes, restaurantes y refresquerías la gente gustaba de pedir los famosos licuados. Aunque los había de mango y de melón, el más solicitado era el de plátano. Y por las mañanas, camino al trabajo, el obrero solía llegar al negocio de su preferencia a pedir un licuado que le serviría como desayuno; y si pedía que le agregaran un huevo crudo o dos yemas, entonces la nutrición energética estaba asegurada por el resto de la mañana.
Cómo recuerdo aquellos tiempos en que los jóvenes se citaban en la nevería o refresquería de su predilección para convivir en torno a unos licuados de plátano aderezados con un poco de canela en polvo. Sorbían los clásicos popotes, lento, muy lento, para alargar la conversación. Los de menos recursos, pedían una coca cola para con ella amenizar la plática del sábado en la tarde. ¡Cómo cambian los tiempos! Hoy, si no es con cerveza, no se reúnen a conversar.
Amén del licuado, en Anáhuac fueron famosos y muy socorridos los hielos raspados o yukis que tan bien describe en sus crónicas don Josué Palomares. Claro está, había niveles, pues los de más recursos pedían el “agua – nieve”, los de más dinero la auténtica nieve, y los pobres: el hielo raspado o “yuky”; pero todos disfrutaban por igual del momento de la conversación mientras esperaban la hora para ir al cine o al baile del día.
Hagamos un ejercicio de memoria y melancolía por los tiempos que se fueron: ¿Recuerda usted la refresquería de su predilección y el ambiente que en ellas se vivía? ¿Recuerda la radiola, sinfonola o vitrola, o como le llamaran en su pueblo, que nos daba una canción a cambio de veinte centavos?
Pues bien, otra costumbre alimenticia que hoy se nos antoja rara es el uso del “ponche” Ponche es una palabra de varios significados, no sólo del beisbolístico; “ponche” es también otro nombre para un cobertor; pero aquí hablamos de un refresco que se solía consumir en lugar del licuado. Como éste no llevaba leche, era más barato. También en esto había clases sociales. ¿Recuerda usted en qué consistía un “ponche”?. Era nada más un refresco de cola, la más socorrida era la Coca cola, a la que se le agregaba un huevo crudo. Algunas veces, se mezclaba en la licuadora, otras veces en un vaso donde se había disuelto el huevo y se batían huevo y coca con un molinillo de madera. Muchas veces, se eliminaba un poco de refresco; y agitándose para eliminar también algo del gas, en el mismo envase se vaciaba la yema y clara y se agitaban enérgicamente con la coca para que se mezclaran bien. Acto seguido, se saboreaba el ponche de huevo directo de la botella, o se acudía al uso del popote. Listo, ya estábamos puestos para ir al trabajo o a la práctica del deporte preferido.
Cosa curiosa: nadie en aquél tiempo analizaba las propiedades alimenticias reales de un ponche de coca y huevo, ni nos interesaba. Sólo disfrutábamos de un modesto gusto de nuestro tiempo, que hoy, tan ha pasado al desuso que si le preguntamos a una persona de edad mediana, cree que hablamos de cobijas o de béisbol.
Y usted… ¿Todavía acostumbra prepararse un ponche por la mañana?
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