Una de las más bellas tradiciones mexicanas lo es sin duda la serenata. Llegar ante una ventana a manifestar nuestro amor entre música y sentidos versos es algo que nos llena de emoción, a la festejada de orgullo, y a los extranjeros de asombro.
La serenata con más recursos es aquella que se viste de mariachi; y un nivel más modesto, es el que se hace acompañar de un trío con su requinto, guitarra y tercerola; hay veces que llevamos hasta la siempre alegre estudiantina, copia de la Ronda española que llega con acordeones, mandolinas, guitarras, contrabajo, panderos y todo aquello que suene para hacer saltar el corazón de alegría. Otro nivel más abajo es el que reúne guitarristas entre los muchachos del barrio para improvisar una rondalla.
¡Pero qué bonito es escuchar las voces de juventud entonando canciones de amor a una joven que suspira tras la ventana! ¡Y cuan más bonito es escuchar las voces frescas que se elevan al viento para manifestar su amor a las madrecitas que también suspiran el amor más puro, mientras se rodean de aquellos muchachos que alguna vez tuvieron entre sus brazos!
No cabe duda. La serenata a las madres es una de las manifestaciones más hermosas de la nación mexicana. Muchos de nosotros cantamos a nuestras madres durante todos los años que nos duró la bendición de contar en nuestra vida con ese ángel guardián; y hoy que ya no la tenemos, escuchamos con nostalgia las sentidas serenatas que como una tradición de amor todavía entonan nuestros hijos.
Desde estas líneas de norestense.com, un saludo para todas ellas; y una invitación a los jóvenes para que mantengan viva la llama del amor y la tradición, y pasen también a sus hijos esta bella costumbre que, mientras llevemos en la sangre nuestro ser mexicanos, estamos seguro, nunca morirá.
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