México es un país donde la magia ha llegado para quedarse. La Magia la encontramos a cada paso y podemos observar por hogares y negocios las más socorridas formas de espantar la mala suerte y de atraer la buena fortuna.
Vemos por puertas y ventanas, por marcos e interiores: la sábila, la ruda, la albahaca, la ristra de ajos, la estampa de San Martín Caballero y la respectiva ración de agua y zacate para su caballo. Vemos la herradura, los limones en agua, las copas con granos de trigo, arroz, o con chiles secos rojos. Las estatuillas de Buda, del indio sentado con el regazo lleno de monedas, la de San Judas Tadeo; y por allí, hasta la -todavía escondida-, Santa Muerte con su dotación de manzanas, tabaco, tequila, lociones, vasos de agua y flores blancas.
Pero no sólo el amuleto se pone en la casa o el negocio; a veces lo llevamos al cuello como el Tetragramatón, la estrella de David, la Cruz Egipcia, la de Caravaca, el Ojo de Dios o la medalla de Los Siete Ángeles.
Otros amuletos se llevan en la bolsa, como los dientes de ajo, los cuarzos o alguna moneda de la suerte.
Un comerciante se quejaba de lo mal que iba su negocio; y se le recetó un amuleto que consistía en lo siguiente: Cargar una bolsita de tela roja. Dentro tendría polvo de arrasa-todo, semillas de trigo, algo de piedra imán y cinco colorines pequeños. Se cosería la bolsita con las cosas adentro, y se llevaría en la bolsa izquierda del pantalón por tres meses sin faltar un solo día.
Hoy, el comerciante es feliz porque sus ventas aumentaron tanto, que tuvo que ampliar su negocio.
¿Cuestión de fe? ¿Casualidad? ¿La Magia es efectiva? No lo sabemos… Pero efectiva o no, la Magia está por todas partes, y nos salta al frente y a los lados por todo el camino. Ya será cosa nuestra el atenderla, o ignorarla.
Por lo pronto, las tiendas de artículos mágicos están por todas partes, y Anáhuac, y tu pueblo, no son la excepción…
Y usted… ¿ya compró su veladora del Niño Fidencio o la de Pancho Villa?
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