Recuerdo un viejo chiste que se contaba en mis tiempos de estudiante (no hace mucho).
Un hombre se presentó ante sus amigos con el rostro golpeado y unas costillas rotas. Un compañero de parranda le pregunta:
_¿Pos’ qué le pasó, compadre?
El golpeado, contesta todavía sobándose el vientre dolorido:
_Pues un pelao’ que me dio una tunda, ¿Qué no ve?
El otro le insiste curiosamente:
_¿Pos’ no que usté’ sabe karate?
El aludido le contesta:
_Pos’ sí sé karate; pero el otro no sabía… ¡Se me vino a puras pedradas y garrotazos!
Aquí es donde se aplica el dicho que reza: “Vale más maña que fuerza”
Como dijo don Baldomero: “Contra la fuerza, el acero” Como dijo Napoleón: “No es el número de soldados, son las armas las que miden la fuerza”
Y esto a continuación, es verídico: En un taller mecánico trabajaba un sinaloense que había crecido en la cultura de la violencia. Abusando de su fuerza física, siempre estaba humillando y amenazando con golpear a sus compañeros.
Una vez, en el círculo de la cerveza y la carne asada, como siempre, se burló de Nicho, un joven mecánico quien se quedó callado ante las burlas.
Cuando el pendenciero insistió, Nicho le dijo:
_Mira Chino: No te contesto, porque esto ya es de todos los días; pero quiero que sepas, que tú, no me sirves para nada…
El Chino, seguro de su habilidad y experiencia como peleador callejero; seguro de su notable fortaleza y musculatura, le contestó entre burlón y despectivo:
_Pues por mí, anímate, Nicho… Pero vas a necesitar una calculadora para poder contar todos los trancazos que te voy a poner.
Se puso de pie ante el valiente que lo retaba; y éste estaba como Cristo, sentado en cuclillas trazando círculos en la arena. Sin levantar la cara, le preguntó:
_¿Estás listo, Chino?
De pronto saltó y le roció los ojos con arena y tierra. El pendenciero quedó cegado mientras recibía una tunda que en veinte años nunca había experimentado. Los tuvieron qué separar, y el Chino se retiró humillado. Había sido vencido por un pacífico muchacho al que ya tenía harto.
Por eso dice el dicho: “El valiente dura, hasta que el cobarde quiere”, y aquí se aplicó otra vez el acertado dicho que nos enseña: “Vale más maña que fuerza”
Estos ejemplos nos dejan una lección: Si es usted un hombre agresivo y pendenciero, recuerde estos dichos a los que agregaremos uno más para que lo recuerde siempre:
“No existe enemigo pequeño”
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