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ORA SÍ VIOLÍN DE RANCHO, YA TE AGARRÓ UN PROFESOR...

Hay muchas personas que no dominan el oficio y viven sumidos en la mediocridad en todo lo que hacen. No es que sea gente sencilla, lo que pasa, es que no buscan la superación en todo lo que hacen y viven en el eterno “ ‘Ái se va...”, en el “Más o menos...” y se rodean de personas iguales de condición, y crean círculos de mediocres; pero practican la lisonja, formando grupos que practican el elogio mutuo: _ “Yo soy bueno... Tú eres bueno.... Todo lo que hacemos es bueno... ¡Ah, que cuerdas somos todos nosotros...!”

Sin embargo, hay veces que llega un hombre o una mujer que tomó en serio la superación de sus posibilidades, y tomando en su mano un instrumento malogrado por la mediocridad, lo hace brillar, rendir y alcanzar posibilidades nunca antes imaginadas. Así es que los testigos del repentino valor que adquirió un objeto olvidado exclamará gustoso. _”¡ Ora sí, violín de rancho, ya te agarró un profesor...!”

Ese violín de rancho puede ser un centro de trabajo que necesitaba una dirección inteligente, puede ser una herramienta mal usada, puede ser una presidencia municipal, puede ser una escuela, cualquier institución... Y lo más triste: puede ser una persona; tal vez, tu pareja. ¡Ay dolor…!

Sí..., una persona.... El ser humano también necesita caer en manos de alguien que lo valore, que le dé los destinos brillantes para los que el hombre y la mujer fueron creados. No alguien que lo maltrate, que lo subestime, que por sistema lo esté siempre apachurrando, humillando; pues el día ha de llegar que harto hasta la saciedad, cambie de dueño; y con otra ropa y otra cara se presente otra vez en sociedad para demostrar que ya no queda ni sombra de aquel ser antes despreciado...

Cuidado mujeres, no traten mal a su hombre... Cuidado hombres, no maltraten a su mujer... Porque pueden encontrar alguien que les dé el valor que tienen, se puede dar el cambio, y al paso del tiempo, cuando veas a tu pareja feliz y bien atendida te dolerá mucho el dicho que de alegre, pasará a hacerte llorar:

“Ora´sí, violín de rancho, ya te agarró un profesor…”

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