Enviado por rafael olivares b el Sáb, 09/12/2009 - 18:36
Era el año de 1969. Por la calle Nogal de Ciudad Anahuac, vivían dos señoras que aparte de ser vecinas, eran buenas amigas y tenían la misma ocupación; eran tortilleras, que a diario salían temprano a repartir su producto casa por casa. A pesar de esto, entre ellas no había envidias ni competencia por la clientela; pues su confianza en el Altísimo la cifraban en la creencia firme de que a nadie le falta Dios.
Enviado por rafael olivares b el Sáb, 09/12/2009 - 16:41
Antiguamente, llegar a comer una tortilla era resultado de la hazaña de mujeres tan dedicadas, como ya no las hay por estos tiempos.
Enviado por rafael olivares b el Sáb, 09/12/2009 - 16:40
Cómo siento respeto y admiración por la sabiduría de la gente que nació, se formó, y trabaja en el campo.
Enviado por rafael olivares b el Sáb, 09/12/2009 - 16:38
Algunas veces, se cruzan los caminos del bien y el mal en la aplicación de las propiedades curativas de las plantas; porque así como curan, también pueden servir para hacer un mal. Aquí es cuando entramos al tema conocido como el mal puesto.
Enviado por rafael olivares b el Sáb, 09/12/2009 - 16:36
Pretextos necesita el hombre para dar rienda a sus vicios; y a veces, hasta los vicios defiende dando razones como aquella que reza: Hay vicios que son virtudes…. Así, si los muchachos pierden el encuentro de fútbol, ¡hay que tomar de tristeza!; si ganan, ¡hay que tomar de alegría! Hay que tomar para llorar al que se fue y tomar para festejar al que llegó; hay que beber porque estamos felices, hay que tomar porque estamos aburridos.
Y la mujer le pregunta a su briago marido:
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