Enviado por rafael olivares b el Dom, 07/18/2010 - 16:06
I.- Hace cuarenta años construía mi primera casa, y escuché que el maestro de obras regañaba furioso al ayudante. Como desde aquel entonces, había confianza entre nosotros porque hemos sido amigos toda la vida, ya pasado el mal rato me acerqué a preguntarle cuál había sido la falta para que mereciera aquel maltrato. Recogió del suelo un hueso, restos de un cocimiento que algún perro habría dejado por ahí, y me dijo que lo encontró entre el colado que estaban preparando para los cimientos.
Enviado por rafael olivares b el Lun, 06/21/2010 - 11:54
La noche de Año Nuevo es abundante en rituales supersticiosos. Por ejemplo: siempre se ha dicho que el Año Viejo es un anciano que se va, y el Año Nuevo es representado como un bebé que llega. Y más todavía: se cree que el Año Nuevo se ve entrar en nuestro cielo como una nubecilla. Algunos dicen que entró del norte, otros que entró por el Sur, el este, o el oeste.
Enviado por rafael olivares b el Lun, 05/24/2010 - 11:27
México es un país donde la magia ha llegado para quedarse. La Magia la encontramos a cada paso y podemos observar por hogares y negocios las más socorridas formas de espantar la mala suerte y de atraer la buena fortuna.
Enviado por rafael olivares b el Mié, 04/21/2010 - 22:25
La superstición es una característica que encontramos en todos los pueblos, cualquiera que sea su grado de desarrollo. El hombre de la ciudad tiene sus creencias, muchas veces propagadas por los medio de comunicación, como los horóscopos, las profecías anuales, la lectura de cartas y la promoción de un sinnúmero de amuletos. En cambio en el campo, las creencias están relacionadas con el entorno natural y sus elementos, tales como el viento, el río, las plantas y los animales. Anáhuac, como sociedad agrícola que es, tiene este tipo de convicciones.
Enviado por rafael olivares b el Mar, 03/23/2010 - 11:23
Por los pueblos del norte se cuenta que el alicantre, (alicante) serpiente de color café rojizo cuyo tamaño frecuentemente rebasa los dos metros, tiene gusto por la leche materna; y para saciar su antojo, al amparo de la noche espera a que la madre se disponga a dar pecho a su niño.
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