Enviado por rafael olivares b el Mié, 03/03/2010 - 11:53
Uno de los males tan antiguos como la humanidad misma, ha sido la flebitis, las venas varicosas. Se ha creído erróneamente que es una enfermedad transitoria y muy propia de las mujeres embrazadas, que por el crecimiento del vientre se les obstruye la circulación en las venas que llegan a la base de la cadera. Pero no. Las várices la padecen también los hombres y no es transitoria; sino permanente. Incluso se dice que es hereditaria.
Enviado por rafael olivares b el Jue, 02/18/2010 - 11:07
Hay una planta por los montes de México; terrenos baldíos, secos, rocosos, llamada el cardo del burro, el cardo mariano o cardo lechero. Su aspecto es parecido a la amapola silvestre, de apariencia agreste, de hojas acabadas en puntas espinosas y flor de un rojo casi chedrón.
Enviado por rafael olivares b el Jue, 02/04/2010 - 10:41
Antiguamente, las familias pobres encontraban el alimento que la naturaleza generosamente les brindaba y humildemente la aceptaban. Sin embargo, para el hombre que busca lo ya hecho para ahorrarse hasta el más mínimo esfuerzo, estas comidas eran sólo para los pobres y las despreciaban como por lo general sucede en nuestro tiempo.
Enviado por rafael olivares b el Mié, 01/27/2010 - 15:12
Los males intestinales fueron el azote de la población infantil por aquellos tiempos en que no había agua potable y la que había estaba deficientemente tratada. Así pues, los cólicos, las diarreas, las seguidillas, el no llego – no llego y el corre – corre era la costumbre de todos los días. Algunas veces, la enfermedad estaba en la comida; pero la mayoría de los casos era la insalubridad en que vivía la gente.
Enviado por rafael olivares b el Mié, 01/20/2010 - 12:49
Nuestros ancestros siempre enfrentaron a como Dios les diera a entender sus problemas. Un ejemplo: si necesitaban un mueble, pues compraban madera y lo hacían en casa. Si se necesitaban cobijas, las mujeres sabían escardar la lana, elaborar con ella los hilos para hacer un buen cobertor casero, o la escardaban y la extendían formando un cuadro para con tela de algodón o de manta ir confeccionando una buena “colchoneta”. En aquellos tiempos, el hombre era un artesano y la mujer sabía confeccionar toda la ropa que la familia necesitara.
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