Enviado por rafael olivares b el Vie, 10/09/2009 - 11:46
_ ¡Ái viene Octaviano Esparza! ¡Ái viene Octaviano Esparza!
Los niños se arremolinaban por las banquetas y esquinas para ver pasar a un charro verdadero, que con su atavío vernáculo y su caballo amaestrado encabezaba los desfiles de la Independencia y la Revolución.
_ ¡Áhi viene Octaviano Esparza! ¡Áhi viene ...!
Enviado por rafael olivares b el Jue, 09/24/2009 - 12:21
Este fin de semana fui a casa de mis abuelitos y les mencioné que el profesor Rafael, quien imparte la materia de Español, me encargó de tarea que preguntáramos a alguien sobre una leyenda; de preferencia a nuestros abuelos, ya que ellos tienen mucha experiencia con respecto a esas historias.
Enviado por rafael olivares b el Dom, 09/13/2009 - 13:20
Ellos eran pajareros. Aquella noche de enero, habían atrapado sólo tres aves que dormitaban entre los juncos del canal. La cacería nocturna no había sido muy afortunada y, a casi la media noche, ahora estaban tiritando de frío; con la vieja camioneta tirada a un lado del camino. Paco Martínez "estareaba” con impaciencia mientras Gonzalo, su hermano menor, calaba el funcionamiento de cables, bobina y demás partes del sistema eléctrico. Todo inútil... Pasarían la noche en el monte esperando ayuda.
Enviado por rafael olivares b el Dom, 09/13/2009 - 12:58
La Revolución estaba en los últimos disparos y los pocos habitantes de Estación Rodríguez, en lo que hoy es Anáhuac, Nuevo León, ya se habían habituado a ver pasar por sus cercanías las columnas guerrilleras o de soldados federales; unos en persecución de otros, o de paso en busca de armamento al otro lado de la frontera.
Enviado por rafael olivares b el Dom, 09/13/2009 - 12:34
Era el año de 1977. Trabajaba en el pueblo de Lampazos de Naranjo, Nuevo León. Lejos de mi familia, tenía que buscar asistencia en mis necesidades como techo, alimento y ropa limpia. Tenía una casa en renta y comía lo que podía preparar y una vecina del pueblo lavaba mi ropa. Ella vivía sola en compañía de su pequeña hija y su madre; y una vez, esta última tuvo que salir a Monclova, Coahuila, a visitar con urgencia a otra hija.
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